Neumonía: qué es, síntomas, causas y tratamiento

Dr. Pedro Pinheiro

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¿Qué es la neumonía?

Neumonía es el nombre que se da a la infección de uno o ambos pulmones. Para ser más exactos, la neumonía es la infección del tejido pulmonar y sus alveolos.

La neumonía es una infección que en la mayoría de los casos no es contagiosa. Generalmente, es causada por bacterias, pero también puede ser provocada por virus u hongos.

¿Qué son los alveolos?

Para entender lo que es la neumonía es necesario antes conocer un poco la anatomía del pulmón.

Le el texto y acompaña la figura a continuación para entender mejor las explicaciones.

El aire que respiramos entra por la nariz o boca y va a la tráquea. La tráquea, al llegar al nivel de los pulmones, se bifurca, formando los bronquios principales, uno para el lado izquierdo, otro para el derecho; estos bronquios también se bifurcan, formando los bronquíolos que, por fin, acaban en los alveolos. Cada vez que ocurre una bifurcación, las estructuras van volviéndose progresivamente más pequeñas.

anatomía pulmonar
Anatomía pulmonar

Los alveolos, que se ubican en el punto final del árbol bronquial, son bolsas microscópicas que están en contacto con la corriente sanguínea. A través de ellos se hacen los intercambios de los gases respirados (oxígeno y gas carbónico).

El alveolo entrega el oxígeno respirado a los eritrocitos (glóbulos rojos) en la sangre y recibe de ellos el gas carbónico producido por las células del cuerpo. Por lo tanto, como todos saben, inspiramos oxígeno y expiramos gas carbónico.

Cada uno de los pulmones contiene millones de alveolos. Si tomamos cada uno de los alveolos y estiramos lado a lado, el área cubierta sería alrededor de unos 75 metros cuadrados.

En la neumonía, los alveolos se llenan de secreciones purulentas, impidiendo la entrada y salida de los gases. En estos alveolos acometidos por la infección no hay intercambio de oxígeno por gas carbónico. Cuantos más alveolos se ven afectados por la neumonía, más grave es la afección. El paciente con neumonía extensa puede tener insuficiencia respiratoria, lo que requiere intubación y uso de un respirador artificial para mantener la sangre adecuadamente oxigenada.

Transmisión

La neumonía puede ser causada, en orden decreciente de frecuencia, por: bacterias, virus, hongos y parásitos.

La mayoría de las neumonías es de origen bacteriano. Las bacterias que más habitualmente provocan neumonía son: Streptococcus pneumoniae, Pseudomonas aeruginosa, Klebsiella pneumoniae, Haemophilus influenzae, Moraxella catarrhalis y Staphylococcus aureus.

En la mayoría de los casos, no hay transmisión, ya que la neumonía no es una enfermedad contagiosa como la gripe o la tuberculosis (que incluso se puede considerar un tipo de neumonía). Puedes tener contacto con un paciente con neumonía, que, salvo en situaciones especiales, no habrá ningún riesgo de contaminación.

¿Cómo surge la neumonía?

Nuestros pulmones son órganos expuestos constantemente a microbios del aire y de nuestra propia flora bacteriana de la boca. No nos quedamos enfermos todo el tiempo porque el pulmón tiene sus propios mecanismos de defensa que lo mantiene libre de gérmenes.

Entre estos mecanismos podemos mencionar el reflejo de la tos, la presencia de células del sistema inmunitario a lo largo del tracto respiratorio y la existencia de cilios microscópicos en el árbol bronquial que “barren” los agentes invasores fuera de las vías respiratorias.

El desarrollo de la neumonía depende de la virulencia del germen invasor, de la cantidad de microbios que logran llegar a los pulmones y de las condiciones inmunológicas del paciente. Por lo general, la neumonía surge cuando un germen agresivo logra penetrar en las vías respiratorias y encuentra un sistema de defensa debilitado.

Algunas situaciones rutinarias pueden reducir las defensas del sistema respiratorio. Por ejemplo: pacientes que fuman presentan una irritación constante de todo el árbol bronquial y disfunción de los cilios protectores. Las células de defensa pulmonar también son afectadas por el cigarrillo y no funcionan tan bien. Todo eso favorece la aparición de infecciones respiratorias.

Otro ejemplo son los pacientes con gripe. La lesión que el virus de la gripe provoca en el sistema respiratorio también favorece la invasión de bacterias, que se aprovechan de la reducción de la capacidad del paciente de combatir los gérmenes que llegan a las partes más internas del sistema respiratorio.

Personas ancianas naturalmente tienen su sistema inmunitario más débil, lo que las coloca bajo mayor riesgo de desarrollar neumonías. De igual manera, personas ya debilitadas por otras enfermedades, como insuficiencia cardíaca, alcoholismo o diabetes, también presentan mayores riesgos.

Tenemos un artículo exclusivo sobre la transmisión de la neumonía: ¿La neumonía es contagiosa?

Factores de riesgo

Los principales factores de riesgo para la neumonía son:

  • Edad superior a 65 años.
  • Infecciones respiratorias virales, como gripe.
  • Tabaquismo.
  • Enfermedades inmunosupresoras (VIH, trasplante, cáncer, etc.).
  • EPOC (bronquitis crónica y enfisema pulmonar).
  • Consumidores de drogas.
  • Pacientes encamados.
  • Personas con disminución del nivel de conciencia.
  • Hospitalizaciones prolongadas.
  • Pacientes en ventilación mecánica (en uso de respirador artificial).
  • Pacientes con otra enfermedad pulmonar previa (secuelas de tuberculosis, bronquiectasias, fibrosis quística, etc.).

Neumonía por aspiración

Un tipo muy grave de neumonía es la neumonía por aspiración. Ocurre en personas que vomitan e inmediatamente después aspiran su contenido.

Es un tipo de neumonía común en pacientes con nivel de conciencia reducido, que pierden la capacidad de toser o de tragar la propia saliva, haciendo que las secreciones de la cavidad oral accedan a las vías respiratorias. La vía aérea de esta persona está expuesta a una cantidad inmensa de microbios, mucho mayor que lo habitual, favoreciendo el desarrollo de la neumonía. Un ejemplo común es alguien que bebió en demasía y está en coma o pre-coma alcohólico.

Síntomas

Los signos y síntomas de la neumonía incluyen:

  • Tos con esputo (puede haber presencia de sangre mezclada con esputo)
  • Fiebre (generalmente alta, por encima de 38,5°C)
  • Escalofríos.
  • Dificultad para respirar.
  • Dolor en el pecho cuando se respira profundamente.
  • Vómitos.
  • Pérdida del apetito.
  • Postración.
  • Dolores en el cuerpo.

Es muy común que la neumonía se presente como una complicación de la gripe. Muchas veces el paciente termina atribuyendo los síntomas de la neumonía a la gripe, tardando para buscar ayuda médica. Hay que poner atención a los cuadros de gripe que no mejoran o inclusive empeoran gradualmente, especialmente si el paciente es anciano.

Pacientes mayores de 60 años o con otras enfermedades, como insuficiencia renal, insuficiencia cardíaca, cirrosis, VIH o uso de fármacos inmunosupresores, pueden presentar una forma más discreta, con poca tos y sin fiebre. A veces, la neumonía se presenta en este grupo solamente con postración y cambios mentales como confusión y desorientación.

Una de las posibles complicaciones de la neumonía es la formación de derrame pleural, lo que contribuye a la aparición de la fatiga y dificultad para respirar.

En una neumonía extensa, cuando gran parte del tejido pulmonar está afectado, el paciente puede entrar en insuficiencia respiratoria, lo que requiere intubación orotraqueal, ventilación mecánica y hospitalización en unidad de cuidados intensivos (UCI).

Tenemos un artículo exclusivo sobre los síntomas de la neumonía: Síntomas de neumonía: adultos, niños y ancianos.

Neumonías atípicas

Existe un grupo de bacterias, entre ellas Mycoplasma, Legionella y Chlamydia Pneumoniae, que causan las llamadas neumonías atípicas. Son formas que pueden tener evolución más lenta y con cuadro no tan obvio de neumonía.

Neumonía por COVID-19

La mayoría de las personas que contraen el virus SARS-CoV-2 tienen síntomas leves o moderados, como tos, fiebre y cansancio. Pero algunos de los que contraen COVID-19 desarrollan neumonía grave en ambos pulmones. La neumonía por SARS-CoV-2 es una enfermedad grave que puede ser mortal.

Hablamos específicamente de los síntomas del COVID-19 en el artículo: Síntomas del COVID-19.

Diferencias entre neumonía y tuberculosis

Muchos pacientes que presentan un cuadro de tos y esputo se asustan ante la posibilidad de tener tuberculosis. La diferencia está en el tiempo de evolución de la enfermedad.

La neumonía es una condición aguda que evoluciona en horas. El paciente no se encuentra bien con un período corto de enfermedad y busca atención médica dentro de las primeras 72 horas de la enfermedad.

La tuberculosis se presenta como una afección más prolongada, con síntomas que empeoran gradualmente y, a menudo, el paciente solo busca atención médica varias semanas después del inicio de los síntomas.

Para obtener más información sobre tuberculosis, lee: 10 Síntomas de tuberculosis.

Diagnóstico

El diagnóstico de neumonía generalmente se realiza con un examen físico y una radiografía de tórax. Los análisis de sangre pueden ayudar, pero no son esenciales. Un buen médico puede diagnosticar neumonía con solamente la historia clínica y el examen físico.

La radiografía es un examen barato y ampliamente disponible, normalmente solicitado para la confirmación del diagnóstico. Los alveolos llenados de secreciones aparecen como una mancha blanca en la radiografía de tórax, como se aprecia en la foto a continuación.

Radiografía de tórax: neumonía en pulmón izquierdo.
Radiografía de tórax: neumonía en pulmón izquierdo.

El hemograma del paciente con neumonía presenta una gran elevación del número de leucocitos, típico de infecciones bacterianas.

En los pacientes más graves, que requieren hospitalización, generalmente tratamos de identificar cuál es la bacteria responsable de la neumonía. Podemos buscar las bacterias en la sangre (a través del cultivo de la sangre) o en el propio esputo del paciente. En casos seleccionados puede ser necesario hacer la recolección de las secreciones directamente en el pulmón por broncoscopia.

Tratamiento

Las neumonías son divididas en comunitarias, cuando adquiridas en el día a día, y hospitalarias, cuando surgen en pacientes hospitalizados. La neumonía hospitalaria es más grave y más difícil de tratar, pues es normalmente causada por bacterias más resistentes y acomete pacientes más débiles.

El tratamiento de las neumonías bacterianas se realiza con antibióticos durante al menos ocho días. Las neumonías adquiridas en la comunidad pueden ser tratadas con antibióticos orales, sin embargo, aquellas que evolucionan mal requieren hospitalización y antibióticos intravenosos.

Los principales antibióticos utilizados para las neumonías adquiridas en la comunidad son:

  • Amoxicilina con ácido clavulánico.
  • Azitromicina o claritromicina.
  • Ceftriaxona.
  • Levofloxacino o moxifloxacino.

Signos de mejora son esperados a partir del segundo o tercer día de tratamiento.

Las neumonías pueden llevar a la sepsis y tienden a ser causas importantes de muerte en los pacientes ancianos e inmunodeprimidos.

Ya existe vacuna contra la neumonía estreptocócica, causada por el Streptococcus pneumoniae, el tipo más común. Está indicada en niños y personas mayores de 50 años, pero no evita la neumonía causada por otros gérmenes.

¿Exponerse al frío causa neumonía?

La historia del frío está muy difundida en la población, pero tiene solamente una pequeña parcela de verdad. Como ya expliqué, para contraer neumonía es necesario una infección bacteriana; no basta una corriente de aire frío para infectarnos.

Lo que sucede es que en el frío, el sistema de defensa, principalmente los cilios de las vías aéreas, funcionan de modo más lento, lo que favorece la invasión de gérmenes. En el invierno las personas andan menos en la calle y tienden a aglomerarse en lugares cerrados, favoreciendo la transmisión de virus, como el de la gripe o del COVID-19.

Como ya se ha mencionado, las infecciones respiratorias virales son factores de riesgo, principalmente en ancianos, para la aparición de neumonía.

Nadie contrae neumonía porque abrió el refrigerador con el cuerpo mojado o porque tomó lluvia al dejar el trabajo o la escuela. Afortunadamente, nuestro sistema inmunitario es suficientemente fuerte para lidiar con situaciones triviales como estas.


Referencias


Autor(es)

Médico licenciado por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), con títulos de especialista en Medicina Interna por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y de Nefrología por la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ) y por la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN). Actualmente vive en Lisboa, Portugal, tiene títulos reconocidos por la Universidad de Oporto y por el Colegio de Nefrología de Portugal.

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