Clamidia: síntomas, transmisión y tratamiento

Dr. Pedro Pinheiro
Dr. Pedro Pinheiro

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Clamidia: síntomas, transmisión y tratamiento

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Introducción

La clamidia es la enfermedad de transmisión sexual más común en el mundo. La mayoría de los pacientes infectados por esta bacteria no suelen desarrollar síntomas, pero cuando los presentan, el cuadro clínico es muy similar al de la gonorrea, y es imposible distinguirlos únicamente por los síntomas.

Como la clamidia es una infección que se transmite a través de las relaciones sexuales, la forma más efectiva de prevenirla es con sexo seguro, mediante el uso de condón.

Si buscas información sobre la gonorrea, este es tu texto: Gonorrea – Síntomas y Tratamiento.

¿Qué es la clamidia?

La clamidia es una enfermedad de transmisión sexual causada por una bacteria llamada Chlamydia trachomatis.

No todas las personas contaminadas con clamidia presentan síntomas, de manera que la infección puede pasar desapercibida por muchos años.

Los pacientes con clamidia asintomática se tornan fuentes de contaminación permanentes, motivo por el cual la clamidia es la ETS más frecuente del mundo. Quien transmite clamidia puede no saber que está contaminado y quien se contaminó puede que no sepa quién lo contaminó.

Se estima que el 5 % de la población adulta y el 10 % de la población adolescente sexualmente activa están contaminados con Chlamydia trachomatis. La infección por clamidia es más común en jóvenes, personas que han tenido muchas parejas en los últimos años o personas que no suelen usar condón durante las relaciones sexuales.

Formas de transmisión

La clamidia puede ser transmitida de dos maneras: por la vía sexual (anal, vaginal u oral) o de madre a hijo, durante el paso del bebé por el canal vaginal a la hora del parto.

Así como en el caso de la gonorrea, en los adultos y adolescentes la transmisión es exclusivamente por vía sexual. No se adquiere clamidia en baños o piscinas públicas. Besar tampoco es una forma de transmitir la clamidia.

Aún no se ha demostrado la transmisión a través de toallas o ropa interior, pero teóricamente es posible si hay contacto con secreciones frescas contaminadas. Por ejemplo, si una mujer con flujo vaginal contamina una toalla y otra persona la utiliza inmediatamente para secarse las partes íntimas, es posible la transmisión. Esto, sin embargo, es una situación muy hipotética, y lo que vemos en la práctica es la vía sexual como la única vía relevante de transmisión de esta ETS entre adultos.

La contaminación de los ojos por clamidia puede ocurrir si las manos están contaminadas con secreciones vaginales y el individuo se rasca los ojos sin lavarlos primero.

Síntomas

Como ya se dijo, la mayoría de los pacientes que se contaminan con clamidia no presentan señales de la enfermedad. En las mujeres, solamente el 10 % desarrollan síntomas; en los hombres, el número es un poco mayor, alrededor del 30 %. Ahora bien, es importante destacar que, incluso sin síntomas, el paciente contaminado es capaz de transmitir la enfermedad a sus parejas.

En los pacientes que desarrollan síntomas, los mismos suelen surgir entre 1-3 semanas después de la contaminación.

En las mujeres, los principales síntomas de la clamidia son:

En los hombres, los síntomas más comunes de clamidia incluyen:

  • Ardor o dolor al orinar.
  • Salida de corrimiento purulento por la uretra.
  • Hinchazón del escroto.
  • Dolor en los testículos.
  • Proctitis (inflamación del ano que ocurre en hombres homosexuales pasivos).

La faringitis por clamidia es un cuadro poco común, pero puede surgir si la vía de transmisión fuese el sexo oral (lea: Dolor de garganta – Síntomas y Tratamiento).

Complicaciones

Las complicaciones de la infección por Chlamydia trachomatis suelen ocurrir en los pacientes con pocos o ningún síntoma, que por eso mismo acaban por no buscar tratamiento médico.

La principal complicación de la infección por clamidia en las mujeres es la progresión de la bacteria en dirección al útero, trompas y ovarios, provocando una grave infección conocida como enfermedad inflamatoria pélvica (EIP). Cerca de 10 % a 15 % de las mujeres infectadas con la Chlamydia trachomatis desarrollan EIP.

La infertilidad también es una complicación común de la clamidia no tratada y ocurre por lesión de las trompas o del útero por infección prolongada.

Las mujeres con infección por clamidia (especialmente la causada por serotipo G) presentan seis veces más riesgos de desarrollar cáncer de cuello uterino.

En las embarazadas, las infecciones por clamidia pueden llevar al parto prematuro. Los bebés que nacen de madres infectadas pueden infectarse y desarrollar complicaciones precoces. La clamidia es una de las principales causas de neumonía y conjuntivitis en recién nacidos.

En los hombres, la complicación más común es la prostatitis, infección de la próstata. La infección del epidídimo, localizados arriba de los testículos, también puede ocurrir.

Linfogranuloma venéreo

Existen algunos serotipos de la clamidia, llamados de L1, L2 y L3, que son capaces de presentar una enfermedad llamada linfogranuloma venéreo, un cuadro diferente de la infección clásica de la clamidia.

En el linfogranuloma venéreo, la infección inicial se caracteriza por un pequeño nódulo que se rompe y forma una úlcera genital. Dos a seis semanas más tarde, la infección se extiende hacia los nódulos linfáticos regionales, es decir, hacia los ganglios de la ingle. El paciente presenta uno o más ganglios inflamados y aumentados, llamados bubones. Estos bubones pueden romperse, drenando gran cantidad de pus.

Diagnóstico

El examen para identificar la clamidia se realiza a través de la orina o por muestra de material recogido con hisopo en la vagina, cuello uterino o en la uretra. Los resultados están generalmente disponibles en un plazo de 24-48 horas.

Muchos médicos solicitan serologías para anticuerpos IgM e IgG contra clamidia, pero esta prueba, aunque útil, no es la más confiable. Si es posible, la búsqueda de Chlamydia trachomatis debe hacerse mediante una técnica llamada PCR, que busca la presencia de ADN de clamidia en las secreciones vaginales. En los hombres, esta investigación de ADN se puede hacer en la orina.

Tratamiento

El tratamiento de la clamidia es simple, y se realiza por medio de la administración de antibióticos. La Azitromicina en dosis única de 1 g es el antibiótico más prescrito. El paciente infectado debe quedar por al menos 7 días sin actividad sexual después del inicio del tratamiento.

Recientemente, la doxiciclina 100 mg dos veces al día durante 7 días ha ganado popularidad entre los ginecólogos. Las ventajas de la doxiciclina sobre la azitromicina son

  • Ligera superioridad en la tasa de curación (97,4% frente a 96,2%).
  • Eficacia superior en el tratamiento del linfogranuloma venéreo o de la infección clamidial rectal y anal.

Si el paciente no puede tomar ni azitromicina ni doxiciclina, las mejores alternativas son:

  • Levofloxacino, 500 mg por vía oral una vez al día durante siete días.
  • Ofloxacina, 300 mg dos veces al día durante siete días.


Como el cuadro clínico de la clamidia puede ser muy similar al de la gonorrea, es habitual que el médico prescriba un tratamiento que actúe sobre ambas bacterias. Normalmente, la ceftriaxona se asocia con azitromicina o doxiciclina. Sin embargo, lo ideal es siempre investigar la presencia de gonorrea antes de prescribir el tratamiento.

Todas las parejas del paciente infectado deben someterse a la prueba y, si es necesario, al tratamiento de la clamidia, aunque no presenten síntomas.

Tres meses después del final del tratamiento, el paciente debe volver a hacerse la prueba para confirmar la erradicación de la bacteria.

Es posible infectarse con Chlamydia trachomatis más de una vez. El hecho de haber tenido antes una infección por clamidia no confiere una inmunidad permanente.


Referencias


Autor(es)

Dr. Pedro Pinheiro

Médico licenciado por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), con títulos de especialista en Medicina Interna por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y de Nefrología por la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ) y por la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN). Actualmente vive en Lisboa, Portugal, tiene títulos reconocidos por la Universidad de Oporto y por el Colegio de Nefrología de Portugal.

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