¿Qué es la hiperplasia prostática benigna?
La hiperplasia prostática benigna, o hiperplasia benigna de próstata (HBP), es una afección que se caracteriza por el aumento del tamaño de la próstata.
Este crecimiento de la próstata es un proceso estimulado por la presencia de la hormona testosterona y se produce a lo largo de toda la vida en los varones. Cuanto mayor es la persona, más tiempo ha tenido su próstata para crecer.
Esto significa que, a medida que envejecen, prácticamente todos los hombres tendrán una próstata grande. A los 40 años, el 10% de los hombres ya tiene la próstata agrandada; a los 50, esa cifra se dispara al 50%; después de los 80, más del 80% de la población masculina sufre de hiperplasia benigna de próstata.
La hiperplasia prostática benigna, como su nombre indica, es un crecimiento benigno, que no tiene nada que ver con el cáncer de próstata. La HBP es un proceso natural del envejecimiento.
Dado que se trata de un problema muy común, es posible que un paciente con hiperplasia prostática desarrolle un cáncer de próstata, pero la hiperplasia en sí no es responsable de la aparición del tumor.
¿Qué es la próstata?
La próstata es una glándula del tamaño de una nuez (3 cm de diámetro), de unos 20 gramos de peso, presente sólo en los machos. Se encuentra en la base de la vejiga y rodea la parte inicial de la uretra, el canal que lleva la orina de la vejiga al pene.
La próstata forma parte del aparato reproductor masculino, siendo responsable de la secreción de un fluido alcalino (con un pH elevado) que protege a los espermatozoides del entorno ácido de la vagina y aumenta su movilidad, facilitando su llegada al óvulo.
Puesto que está estrechamente relacionada con la uretra (canal que drena la orina de la vejiga), las alteraciones en el tamaño de la próstata pueden comprimirla y dificultar el paso de la orina, dando lugar a los síntomas del prostatismo, que se explicarán más adelante.
Como la próstata está situada contra el recto, puede palparse a través del tacto rectal, uno de los métodos más sencillos para evaluar la glándula. Una próstata agrandada o de forma irregular debido a la presencia de un tumor puede identificarse fácilmente con este método. Hablaremos con más detalle del tacto rectal en la parte del diagnóstico.
La próstata puede crecer y causar síntomas por tres motivos:
- Hiperplasia benigna de próstata.
- Cáncer de próstata.
- Prostatitis – infección de la próstata.
Síntomas
El agrandamiento de la próstata en sí mismo no es un problema. El problema radica en que la próstata está anatómicamente situada junto a algunas estructuras del tracto urinario, principalmente la uretra. El agrandamiento de la próstata comprime la uretra y dificulta la salida de la orina, pudiendo incluso provocar obstrucción, hidronefrosis (acumulación de orina en el riñón) e insuficiencia renal.
Los síntomas de la hiperplasia benigna de próstata están relacionados con la obstrucción de la uretra. Los primeros signos son la pérdida de fuerza del chorro de orina y la necesidad de orinar con frecuencia.
La necesidad frecuente de orinar, denominada poliuria, se produce porque la vejiga no puede vaciarse por completo. La próstata agrandada comprime la uretra y dificulta el drenaje de la orina. La mayoría de las veces, esta obstrucción es parcial y permite que pase algo de orina, sobre todo cuando la vejiga está llena y la presión en su interior consigue vencer la resistencia causada por el agrandamiento de la próstata.
Sin embargo, cuando el nivel de orina en la vejiga disminuye, la presión baja y el chorro de orina, ya de por sí débil, se detiene. El resultado es una vejiga que ya no puede vaciarse completamente, dejando algo de orina en su interior. Por ello, el paciente siente a menudo la necesidad de orinar, pero sólo es capaz de eliminar pequeños volúmenes.
El vaciado no completo de la vejiga hace que siempre quede atrapado un gran volumen de orina, lo que favorece el crecimiento de bacterias en su interior. En los pacientes con hiperplasia prostática benigna, siempre existe un «depósito» de orina para que se reproduzcan las bacterias.
No es sorprendente, por tanto, que la cistitis (infección de la vejiga), poco frecuente en los hombres jóvenes, sea un problema relativamente común en los pacientes de edad avanzada.
Hidronefrosis
A medida que la próstata crece, la uretra se comprime más, hasta el punto de obstruir completamente el paso de la orina.
La orina que no se drena se acumula en el interior del tracto urinario y puede llegar a los riñones, una afección que denominamos hidronefrosis.
La hidronefrosis es un agrandamiento de los riñones que se llenan de orina que no puede drenarse. Si el problema no se corrige rápidamente, el paciente puede desarrollar una insuficiencia renal grave que requiera hemodiálisis de urgencia.
Cabe señalar que incluso con una obstrucción grave, el paciente puede seguir orinando. Siempre que la presión en la vejiga sea suficiente para vencer la resistencia causada por la próstata, el paciente orinará. El problema es que la cantidad de orina que elimina suele ser menor que el volumen producido diariamente por los riñones.
Cuanto más tiempo permanezcan los riñones obstruidos y llenos de orina, menor será la posibilidad de recuperación tras desbloquear el flujo. Tras 7 ó 10 días de hidronefrosis, comienzan a aparecer lesiones irreversibles de los riñones, un proceso que se completa tras 3 ó 4 meses de obstrucción, momento en el que el paciente probablemente seguirá dependiendo de la hemodiálisis, aunque se corrija el problema.
Otro síntoma del crecimiento de la próstata es la disfunción eréctil (impotencia), que se produce debido a la compresión de los nervios que controlan la erección.
En resumen, los principales síntomas de la hiperplasia benigna de próstata son:
- Dolor o dificultad para orinar.
- Chorro urinario débil.
- Necesidad de orinar pequeños volúmenes con gran frecuencia.
- Incapacidad de vaciar la vejiga.
- Infección urinaria.
- Cálculo de vejiga.
- Insuficiencia renal, en los casos de grave obstrucción e hidronefrosis.
Dado que muchos pacientes con agrandamiento de próstata e hidronefrosis aún pueden orinar, no es infrecuente que no busquen ayuda médica desde el principio, desatendiendo sus síntomas urinarios. Este comportamiento acaba agravando mucho más el cuadro, provocando a menudo que el paciente pare en el hospital, algún tiempo después, con un cuadro de insuficiencia renal avanzada.
Es importante que cualquier persona mayor, al primer signo o síntoma de crecimiento de la próstata, sea evaluada por un urólogo.
Diagnóstico
Existe una tabla de puntuación denominada Puntuación Internacional de Síntomas de la Próstata (IPSS). Hay 7 preguntas y cada una recibe una puntuación de 0 a 5:
- ¿Con qué frecuencia ha tenido la sensación de no vaciar completamente la vejiga?
- ¿Con qué frecuencia ha tenido que orinar en intervalos inferiores a dos horas?
- ¿Con qué frecuencia ha notado que su micción se detenía y reanudaba varias veces?
- ¿Con qué frecuencia ha tenido dificultades para posponer la micción?
- ¿Con qué frecuencia ha tenido un chorro urinario débil?
- ¿Con qué frecuencia ha tenido dificultades para iniciar la micción?
- ¿Con qué frecuencia, en promedio, se ha levantado durante la noche para orinar?
0 = Ninguna
1 = Menos de 1 vez cada 5 micciones.
2 = Menos de la mitad de las veces.
3 = Mitad de las veces.
4 = Más de la mitad de las veces.
5 = Casi siempre.
Clasificación de la hiperplasia de próstata según la puntuación final:
- Leve: 0 a 7;
- Moderada: 8 a 19;
- Severa: 20 o más.
La puntuación anterior evalúa la gravedad de los síntomas prostáticos, pero no diferencia entre HBP, cáncer de próstata o prostatitis, que presentan síntomas muy similares.
El diagnóstico diferencial incluye el tacto rectal, el PSA, la ecografía transrectal y abdominal y la biopsia de próstata.
PSA
El PSA es un marcador de enfermedad de la próstata que se recoge mediante análisis de sangre. El PSA aumenta en la HBP, en la prostatitis y, sobre todo, en el cáncer de próstata.
- PSA inferior a 2,5 – Bajo riesgo de cáncer.
- PSA entre 2,5 y 10 – Riesgo intermedio de cáncer.
- PSA superior a 10 – Alto riesgo de cáncer.
- PSA superior a 20 – Riesgo de cáncer muy alto y alta probabilidad de enfermedad metastásica.
Los pacientes con un PSA bajo rara vez tienen cáncer. Cuando el valor del PSA es intermedio, el diagnóstico más probable es la HBP, pero no puede descartarse el cáncer de próstata. Un PSA elevado indica un alto riesgo de cáncer, pero también es posible que se trate de una prostatitis o HBP.
Un PSA superior a 20, prácticamente sólo aparece en el cáncer o en algunos casos de prostatitis.
Tacto rectal
El tacto rectal es capaz de detectar el agrandamiento de la próstata, ya que está situada contra el recto. Este examen prostático, cuando lo realiza un médico experimentado, permite, en muchos casos, saber si el agrandamiento de la próstata es uniforme, es decir, causado por la HBP, o localizado, causado por un tumor.
El tacto rectal permite al médico detectar irregularidades, nódulos, asimetrías y cambios en la consistencias de la próstata.
Ultrasonografía
La ecografía rectal permite una buena visualización de la próstata, lo que permite calcular su tamaño y volumen, y también puede detectar nódulos sospechosos.
La ecografía abdominal permite calcular el volumen de orina en la vejiga y evaluar su capacidad de vaciado. También es posible observar los riñones y diagnosticar eventuales obstrucciones graves que estén causando hidronefrosis.
Si después de todos estos exámenes, el cáncer sigue siendo una hipótesis, es necesario realizar una biopsia de próstata para cerrar el diagnóstico.
Tratamiento
Los pacientes que presenten hiperplasia benigna de próstata diagnosticada en exámenes rutinarios y no presenten quejas ni signos de obstrucción urinaria pueden ser objeto de un seguimiento regular sin tratamiento específico.
Si existe un agrandamiento de la próstata y signos de obstrucción moderada de las vías urinarias, generalmente el tratamiento indicado se realiza con fármacos que disminuyen el tamaño de la próstata. Entre los fármacos disponibles podemos mencionar:
- Terazosina.
- Doxazosina.
- Tansulosina.
- Alfuzosina.
- Finasterida.
- Dutasterida.
- Silodosina.
La palma enana americana (Saw Palmeto – Serenoa repens) es un medicamento de origen natural que se utiliza habitualmente en el tratamiento de la HBP, aunque su eficacia aún no ha sido plenamente demostrada en estudios científicos.
Cuando la obstrucción de las vías urinarias es grave o cuando el tratamiento farmacológico no tiene éxito, es decir, si no se reduce el tamaño de la próstata, la cirugía se convierte en una opción.
Tratamiento quirúrgico
La resección transuretral de la próstata (RTUP) es actualmente el procedimiento quirúrgico más utilizado. En este procedimiento, el urólogo extirpa una gran parte de la próstata con un dispositivo llamado resectoscopio, que se introduce a través de la uretra.
A través de este dispositivo, es posible introducir una cuchilla para resecar la próstata y aspirar el tejido extirpado. Generalmente, se extirpa todo el interior de la próstata, dejando sólo la parte externa. La intervención se realiza bajo anestesia general o regional y dura una media de 90 minutos.
Si la próstata no es muy grande, una posible cirugía es la incisión transuretral de la próstata (TUIP, por sus siglas en inglés), similar a la RTUP, pero que sólo extirpa una pequeña parte del tejido prostático, lo suficiente para desobstruir la uretra.
Existen otras técnicas para la resección prostática, como el láser, las microondas, la cauterización, etc. La técnica depende de la gravedad de cada caso y de la experiencia del urólogo.
Referencias
- Benign Prostatic Hyperplasia: An Overview – Reviews in urology.
- Prostate Enlargement (Benign Prostatic Hyperplasia) – The National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases.
- Surgical treatment of benign prostatic hyperplasia – UpToDate.
- Clinical manifestations and diagnostic evaluation of benign prostatic hyperplasia – UpToDate.
- Benign Prostatic Hyperplasia (BPH) – Medscape.
- Wein AJ, et al., eds. Benign prostatic hyperplasia: Etiology, pathophysiology, epidemiology, and natural history. In: Campbell-Walsh Urology. 11th ed. Philadelphia, Pa.: Elsevier; 2016.
Autor(es)
Médico licenciado por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), con títulos de especialista en Medicina Interna por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y de Nefrología por la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ) y por la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN). Actualmente vive en Lisboa, Portugal, tiene títulos reconocidos por la Universidad de Oporto y por el Colegio de Nefrología de Portugal.