Enfermedad de Ménière: qué es, síntomas y tratamiento

Dr. Pedro Pinheiro

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Introducción

La enfermedad de Ménière, llamada también de síndrome de Ménière o hidropesía endolinfática, es un trastorno del oído interno que causa episodios de vértigo, pérdida auditiva progresiva y zumbidos en el oído, llamados acúfenos o tinnitus.

Los individuos en el rango de 40 a 50 años son los más afectados, pero la enfermedad de Ménière puede ocurrir a cualquier edad, incluso en los niños.

Aunque la enfermedad de Ménière se considera una enfermedad crónica, ya existen diversas formas de tratamiento que pueden ayudar a aliviar los síntomas y minimizar el impacto de la enfermedad a largo plazo.

Funcionamiento del oído interno

Para entender la enfermedad de Ménière es necesario tener al menos una básica noción de la anatomía y fisiología del oído interno, local donde se encuentra el laberinto, órgano responsable del mantenimiento del equilibrio.

El laberinto es un conjunto de arcos semicirculares que poseen líquidos en su interior llamados endolinfa. El movimiento de estos líquidos, que ocurre siempre que nos movemos o cambiamos de posición, es transformado en señales eléctricas que van hacia el cerebro, donde se interpretan para identificar nuestra posición real en el espacio.

Anatomía del oído interno
Anatomía y fisiología del oído interno

A través de estas señales, el cerebro consigue saber si estamos parados, en movimiento de aceleración o deceleración, subiendo o bajando, en línea recta o haciendo curva, de lado, en pie, acostado, etc. Gracias a la correcta interpretación de los datos obtenidos a través del movimiento de la endolinfa es que conseguimos mantenernos siempre en equilibrio, incluso con los ojos cerrados.

¿Qué es la enfermedad de Ménière?

La enfermedad de Ménière surge cuando, por motivos aún no bien elucidados, ocurre un aumento del volumen de endolinfa dentro del laberinto, provocando una distensión de este compartimiento debido a un aumento de la presión interna.

Infecciones, traumas craneanos, migraña, alteraciones del sistema inmunológico, variaciones anatómicas del oído interno o predisposición genética son algunas de las alteraciones que pueden llevar al aumento de la presión endolinfática.

Independientemente de la causa, esta alteración de la presión interna del oído hace que las señales enviadas al cerebro se vuelven más imprecisas, lo que justifica la aparición de síntomas como el mareo y el desequilibrio.

Los términos enfermedad de Ménière y síndrome de Ménière se utilizan a menudo como sinónimos. En realidad, hay una pequeña diferencia. El término síndrome de Ménière es más correctamente empleado cuando la causa del aumento de la presión dentro del laberinto es conocida como, por ejemplo, en los casos que surgen después de un traumatismo craneal. El término enfermedad de Ménière debe ser usado preferentemente cuando el aumento de la presión endolinfática surge sin causa identificable.

Uno de cada diez pacientes que se quejan de síntomas de vértigo tiene enfermedad o síndrome de Ménière.

El vértigo es un tipo específico de mareo que provoca la sensación del ambiente a su alrededor estar girando. El mareo rotatorio del vértigo es similar al que sentimos cuando giramos en nuestro propio eje varias veces y luego paramos súbitamente.

Si deseas leer sobre otras causas comunes de mareos o vértigos, accede a los siguientes enlaces:

Síntomas

Los principales síntomas de la enfermedad de Ménière son:

  • Vértigo.
  • Disminución de la audición.
  • Zumbido.
  • Sensación de oído tapado.

Los síntomas de la enfermedad de Ménière son intermitentes, es decir, van y vuelven con el tiempo. A veces, el período de remisión dura varios meses. En general, solamente uno de los oídos es acometido, pero el acometimiento bilateral no es imposible.

Durante las crisis, los episodios de vértigo pueden durar entre 20 minutos hasta 24 horas. Náuseas y vómitos son muy frecuentes en la fase aguda del mareo. En el momento de la crisis, el paciente queda incapacitado, pues además de las náuseas intensas, también presenta gran dificultad de mantenerse equilibrado.

Esta sensación de desequilibrio puede todavía permanecer durante algunos días más, en intensidad menor, después de la resolución del vértigo.

La pérdida de audición es fluctuante, con alternancia entre períodos de agravamiento y mejora espontánea. Los sonidos de baja frecuencia son, inicialmente, los más afectados. Con el paso del tiempo, sin embargo, a cada crisis, el paciente pierde de forma permanente un poco de su audición. A lo largo de 10 años de enfermedad esto puede resultar en una pérdida auditiva para todas las frecuencias de sonidos.

A pesar de llamarse zumbido, lo que el paciente con enfermedad de Ménière oye, en la mayoría de los casos, no es un sonido agudo, sino una sensación parecida a aquel ruido de mar que oímos cuando colocamos una concha grande en el oído.

Por eso, los términos acúfeno o tinnitus son más adecuados para describir los ruidos que la enfermedad de Ménière provoca. El tinnitus puede ser continuo o intermitente. Con el tiempo, los pacientes que presentan acúfeno pueden notar que los sonidos altos se distorsionan.

La severidad de la enfermedad de Ménière varía de caso a caso. En algunos, los vértigos son violentos, manteniendo al paciente todo el día de cama y con varios episodios de vómitos. En otros, el cuadro puede ser leve, causando molestia, pero no incapacitación.

Las crisis pueden ser desencadenadas por estrés, ciclo menstrual, cigarrillo o cambios en la dieta. Antes de que las crisis de vértigo aparezcan, es común que el individuo sienta una sensación de oído obstruido. Con el paso de los años, el paciente puede aprender a reconocer una crisis que se acerca.

El hecho de que el vértigo sea intenso no significa obligatoriamente que el tinnitus y la pérdida auditiva también serán. Principalmente en los primeros años de enfermedad, la presentación del cuadro varía mucho de un individuo a otro.

En muchos casos, la enfermedad de Ménière se cura sola. Después de 8 años, más del 70% de los pacientes se encuentran definitivamente libres de los síntomas. El problema es que, después de tantos años, mucho acaban por desarrollar pérdidas parciales, pero permanentes, de la audición y del equilibrio.

Diagnóstico

No existe un examen o prueba específica para diagnosticar la enfermedad de Ménière. En general, el diagnóstico se realiza a través del examen físico y de la historia clínica del paciente.

A veces, el paciente permanece con grados variables de síntomas auditivos y mareo por hasta 3 años antes de encontrar un médico que establezca el diagnóstico correcto.

Los criterios diagnósticos propuestos por la Academia Americana de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello son actualmente los más usados para definir el diagnóstico de la enfermedad de Ménière. Son ellos:

  • Historia de al menos dos episodios de vértigo con una duración mínima de 20 minutos.
  • Confirmación de pérdida auditiva a través de la audiometría.
  • Presencia de tinnitus.

Además de estos criterios, también es importante descartar enfermedades que puedan provocar un cuadro clínico parecido, como esclerosis múltiple, neuroma del acústico, diabetes mellitus, enfermedades de la tiroides y otras enfermedades del oído interno.

Tratamiento

No existe cura para la enfermedad de Ménière, pero hay tratamiento efectivo para los síntomas en la mayoría de los casos.

En general, los objetivos del tratamiento del síndrome de Ménière son:

  • Reducir la frecuencia y la gravedad de los ataques de vértigo.
  • Aliviar los síntomas crónicos, como los ruidos y los problemas de equilibrio.
  • Intentar impedir la progresión de la enfermedad, especialmente la pérdida de audición y el desequilibrio.

Los ataques de vértigo pueden controlarse hasta un 95% de los pacientes, aunque la pérdida de audición progresiva rara vez responda al tratamiento. Los casos con mejores resultados suelen ser aquellos que fueron encaminados precozmente a un médico otorrinolaringólogo.

Además del tratamiento médico propiamente dicho, algunos cambios de hábitos de vida también son importantes. En muchos casos, las crisis del síndrome de Ménière pueden ser desencadenadas por factores como: consumo de cafeína, alcohol, exceso de la sal, nicotina, estrés, reacciones alérgicas. Evitar estos desencadenantes es esencial para el control de la enfermedad.

Medicamentos para el síndrome de Ménière

Durante las crisis, el tratamiento tiene por objeto mejorar el vértigo y aliviar las náuseas. Los fármacos como diazepam, lorazepam, meclizina, dimenhidrinato, escopolamina, prometazina y proclorperazina suelen ser las más utilizadas para estos fines.

Pasada la crisis, algunos medicamentos deben ser utilizados para controlar la enfermedad a largo plazo. Los diuréticos, como la hidroclorotiazida, y el vasodilatador betahistina son los medicamentos con mejores resultados a largo plazo.

Otros tratamientos para el control de la enfermedad a largo plazo incluyen:

  • Terapia de rehabilitación vestibular, que son ejercicios específicos con el objetivo de ayudar a su cuerpo a maximizar el equilibrio.
  • Uso de aparato auditivo para los pacientes con reducción permanente de la audición.
  • Terapia con dispositivo Meniett, que es un aparato usado para la aplicación de presión positiva en el oído medio como forma de mejorar el intercambio de fluidos en el laberinto. Este tratamiento se realiza en casa, normalmente tres veces al día, con sesiones que duran solamente 5 minutos.

Cirugía y procedimientos destructivos

Para los pacientes con enfermedad de Ménière unilateral y que no hayan presentado una mejora relevante con los tratamientos descritos anteriormente, la utilización de un procedimiento que cause lesión irreversible en el laberinto enfermo es una opción. El objetivo es hacer que, estando uno de los laberintos destruidos, el cerebro pase a utilizar solamente la información proporcionada por el otro oído, que es sano, para mantener el individuo equilibrado.

El procedimiento destructivo se puede hacer a través de la inyección de gentamicina o dexametasona directamente en el oído medio. La gentamicina es más eficaz, pero hay el riesgo de agravar la pérdida auditiva en ese oído.

En los casos graves e intratables, una cirugía para la remoción del laberinto enfermo, llamada laberintectomía, es la opción. Este procedimiento, sin embargo, debe ser hecho solamente en casos extremos, pues provoca sordera en el oído afectado.

Una opción menos extrema es la sección quirúrgica del nervio vestibular. Este procedimiento busca cortar el nervio que lleva las informaciones del laberinto hacia el cerebro. En este caso, se conserva la audición del oído afectado. El problema es que esta cirugía es mucho más compleja y con mayor tasa de complicaciones que la laberintectomía.

Una forma de cirugía no destructiva es la llamada descompresión del saco endolinfático. En este procedimiento, el cirujano quita una parte del hueso mastoideo, aumentando así el espacio para la expansión de la endolinfa dentro del oído interno. Este procedimiento a pesar de ser menos efectivo que las técnicas destructoras, presenta tasas de complicaciones bien menores. En general, es reservado para los pacientes con vértigo intratable, pero aún con audición intacta.


Referencias


Autor(es)

Médico licenciado por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), con títulos de especialista en Medicina Interna por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y de Nefrología por la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ) y por la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN). Actualmente vive en Lisboa, Portugal, tiene títulos reconocidos por la Universidad de Oporto y por el Colegio de Nefrología de Portugal.

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