Linfoma: qué es, tipos, síntomas y tratamiento

El linfoma es un cáncer del sistema linfático que se manifiesta mediante ganglios inflamados, fatiga y pérdida de peso. Se puede clasificar como linfoma de Hodgkin o no Hodgkin, con tratamientos que varían según el tipo y la fase de la enfermedad.

Dr. Pedro Pinheiro
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Linfoma: qué es, tipos, síntomas y tratamiento

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Introducción

El linfoma es un tipo de cáncer linfático que surge cuando los linfocitos, células responsables de la defensa del organismo, sufren alteraciones genéticas y comienzan a multiplicarse de forma descontrolada. Este proceso genera tumores en los ganglios linfáticos (también conocidos como nódulos linfáticos) y en otros órganos del sistema linfático, como el bazo y el timo.

Existen dos tipos principales de linfoma: el linfoma de Hodgkin y el linfoma no-Hodgkin. Ambos son cánceres del sistema linfático, pero presentan diferencias importantes en cuanto a la biología de las células, el comportamiento clínico y el tratamiento.

Los linfomas, junto con la leucemia, el mieloma múltiple y el síndrome mielodisplásico, forman parte de los llamados cánceres hematológicos, que se originan en las células de la sangre, especialmente en los glóbulos blancos, también conocidos como leucocitos.

Para leer sobre mieloma múltiple: Mieloma múltiple.
Para leer sobre leucemia: Leucemia.
Para leer sobre síndrome mielodisplásico: Mielodisplasia.

Linfoma es un término genérico que abarca decenas de subtipos diferentes, con comportamientos que varían desde formas muy agresivas, que progresan rápidamente, hasta formas indolentes, que pueden desarrollarse lentamente a lo largo de los años.

En los últimos años, el número de casos de linfoma ha aumentado en todo el mundo, y ya se encuentra entre los 10 tipos de cáncer más comunes. Puede afectar a personas de cualquier edad, incluyendo niños, adultos jóvenes y ancianos.

Si usted ha llegado hasta aquí buscando entender mejor qué es el linfoma, cuáles son sus síntomas, cuáles son los tipos más comunes, si tiene cura o cómo es el tratamiento, la revisión del tema presentada en este artículo sin duda le será útil.

¿Qué es el sistema linfático?

Para entender qué es el linfoma y cómo se diferencia de otras enfermedades como la leucemia, es fundamental comprender el funcionamiento del sistema linfático —una red compleja de vasos, órganos y estructuras que actúa en paralelo a la circulación sanguínea y desempeña funciones vitales en el equilibrio de los líquidos corporales y en la defensa inmunológica.

El sistema linfático está compuesto por:

  • Vasos linfáticos: similares a los vasos sanguíneos, pero responsables de transportar la linfa, un líquido claro y rico en glóbulos blancos, también llamados leucocitos.
  • Ganglios linfáticos (o nódulos linfáticos): estructuras que funcionan como centros de filtración y combate contra microorganismos.
  • Órganos linfáticos: como el bazo, el timo y las amígdalas, que también producen y maduran linfocitos (un tipo de leucocito).

Las principales funciones del sistema linfático son:

  • Drenaje de líquidos: recoger el exceso de líquido que se escapa de los vasos sanguíneos hacia los tejidos —evitando la hinchazón— y devolverlo a la circulación.
  • Transporte de grasas: las grasas absorbidas en el intestino pasan primero por el sistema linfático antes de entrar en el torrente sanguíneo.
  • Circulación de linfocitos: los linfocitos, un tipo específico de glóbulo blanco, circulan por la sangre y la linfa, actuando en la vigilancia y la respuesta inmunológica.
  • Defensa inmunológica: los ganglios linfáticos funcionan como pequeñas «comisarías» del sistema inmunológico, donde los linfocitos patrullan y combaten virus, bacterias y otras amenazas.

La linfa, el líquido transportado por los vasos linfáticos, está compuesta por plasma, proteínas, desechos celulares y, principalmente, glóbulos blancos. Al circular por el cuerpo, pasa por los ganglios linfáticos, que están repletos de células de defensa listas para identificar y destruir agentes infecciosos o células anormales.

Sistema linfático
Sistema linfático

Una analogía útil: podemos imaginar que los linfocitos son los «policías» del sistema inmunológico, y los ganglios linfáticos, sus «comisarías». Si aparece algo sospechoso, es allí donde será analizado y combatido.

Después de esta «filtración», la linfa es devuelta al torrente sanguíneo. Órganos como el bazo y el timo, por su parte, funcionan como grandes centros de mando y maduración de estas células de defensa. En términos generales, podemos imaginar estos órganos funcionando como grandes ganglios linfáticos.

Este sistema, aunque muchas veces poco recordado, es esencial para la protección del cuerpo. Es precisamente en sus estructuras —ganglios linfáticos, bazo, timo, etc.— donde pueden surgir los linfomas, cuando un linfocito sufre una mutación y comienza a multiplicarse de manera descontrolada.

¿Qué es el linfoma?

Como se mencionó en la introducción, el linfoma es un tipo de cáncer que se desarrolla en las células del sistema linfático, especialmente en los linfocitos, que son glóbulos blancos responsables de combatir infecciones. Como vimos, estas células circulan por la sangre y por los vasos linfáticos, además de concentrarse en estructuras como los ganglios linfáticos, el bazo, el timo y otros órganos linfoides.

Cuando un linfocito sufre una mutación maligna, puede comenzar a multiplicarse de forma descontrolada, dando origen a un tumor. Si esta transformación ocurre en un ganglio linfático u otro órgano del sistema linfático, el resultado es un linfoma. Si, en cambio, la mutación ocurre en la médula ósea —lugar donde estas células se producen— y las células cancerosas son liberadas directamente en la sangre, estamos ante una leucemia.

Utilizando la analogía mencionada anteriormente, podemos decir que:

  • La leucemia es un cáncer de los «policías» (linfocitos que circulan por la sangre);
  • El linfoma es un cáncer de la «comisaría» (los lugares donde estos linfocitos se estacionan y se organizan, como los ganglios linfáticos).

Es importante destacar que el linfoma no es una única enfermedad, sino un grupo de enfermedades con características variadas, que incluyen subtipos más agresivos y otros de crecimiento lento (indolentes).

Cada uno de estos grupos presenta diferentes formas de manifestarse, tratamientos y pronósticos, y esta distinción solo puede hacerse mediante biopsia y análisis de las células afectadas.

Linfoma de Hodgkin y no-Hodgkin

El linfoma fue descrito por primera vez en 1832 por Thomas Hodgkin, un médico británico que identificó alteraciones específicas en los ganglios linfáticos de pacientes con una forma particular de cáncer. Desde entonces, los estudios sobre los linfomas han evolucionado enormemente, y hoy se sabe que existen más de 40 subtipos diferentes de linfoma, los cuales se dividen en dos grandes categorías:

  • Linfoma de Hodgkin
  • Linfoma no-Hodgkin

Aunque ambos se originan a partir de los linfocitos, estas dos formas de linfoma presentan diferencias significativas en cuanto a su biología, comportamiento clínico, tratamiento y pronóstico.

Linfoma de Hodgkin

El linfoma de Hodgkin se caracteriza por la presencia de células cancerosas específicas llamadas células de Reed-Sternberg, que son linfocitos B alterados de forma notoria. Estas células son visibles al microscopio y constituyen el principal criterio diagnóstico para diferenciarlo del linfoma no-Hodgkin.

Aunque representa una proporción menor de los casos (alrededor del 10 % de todos los linfomas), el linfoma de Hodgkin suele tener una excelente respuesta al tratamiento, especialmente cuando se diagnostica en etapas tempranas. Afecta con mayor frecuencia a adolescentes, adultos jóvenes y personas mayores de 60 años.

Linfoma no-Hodgkin

El linfoma no-Hodgkin representa aproximadamente el 90 % de los casos e incluye una amplia variedad de subtipos, cada uno con características propias. Algunos crecen rápidamente (linfomas agresivos), mientras que otros se desarrollan lentamente a lo largo de los años (conocidos como indolentes). Entre los tipos más comunes de linfoma no-Hodgkin se encuentran:

  • Linfoma difuso de células B grandes (la forma agresiva más común).
  • Linfoma folicular (la forma indolente más frecuente).
  • Linfoma de Burkitt.
  • Linfoma de células del manto.
  • Linfoma linfoblástico.

El diagnóstico y la clasificación del tipo de linfoma solo pueden realizarse mediante la biopsia de un ganglio linfático afectado, seguida de un análisis histológico e inmunofenotípico.

Principales diferencias

La distinción entre linfoma de Hodgkin y linfoma no-Hodgkin se basa principalmente en:

  • Tipo celular: presencia o ausencia de las células de Reed-Sternberg
  • Patrón de diseminación: el linfoma de Hodgkin tiende a propagarse de manera más ordenada entre los ganglios linfáticos, mientras que el no-Hodgkin puede diseminarse de forma más impredecible.
  • Respuesta al tratamiento: el linfoma de Hodgkin suele responder mejor a la quimioterapia, especialmente en los estadios iniciales.

En cuanto a la apariencia celular, se puede decir que las células malignas del linfoma de Hodgkin sufren alteraciones tan marcadas que se vuelven muy diferentes de las células normales de los tejidos linfoides. En cambio, en el linfoma no-Hodgkin, aunque existe transformación maligna, las células aún conservan parte de sus características originales. Esta diferencia solo puede ser detectada mediante el análisis microscópico del tejido afectado.

Importante: A pesar de las diferencias, ambos tipos de linfoma pueden tratarse con éxito, especialmente cuando el diagnóstico se realiza de manera temprana.

Causas del linfoma

Las causas exactas del linfoma aún no se comprenden completamente. Como ocurre con muchos tipos de cáncer, se cree que el desarrollo de la enfermedad está relacionado con una combinación de factores genéticos, ambientales e inmunológicos que conducen a la transformación maligna de los linfocitos. Sin embargo, a diferencia de otros tipos de cáncer, el linfoma generalmente no está asociado con hábitos como el tabaquismo, el consumo de alcohol o la alimentación.

Aunque no se ha identificado un único factor causante de la enfermedad, existen varios factores de riesgo bien establecidos:

1. Infecciones virales y bacterianas

  • Virus de Epstein-Barr (EBV): conocido por causar la mononucleosis infecciosa, está fuertemente asociado con el linfoma de Burkitt y algunos casos de linfoma de Hodgkin.
  • VIH (virus de la inmunodeficiencia humana): los pacientes con SIDA tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar linfomas, especialmente tipos agresivos.
  • HTLV-1: un virus poco común en Brasil, pero relacionado con ciertos linfomas de células T.
  • Helicobacter pylori: la bacteria H.pylori, asociada a úlceras gástricas, se relaciona con el linfoma MALT, un tipo de linfoma no-Hodgkin que afecta al estómago.

2. Inmunosupresión

Las personas con un sistema inmunológico debilitado, ya sea por enfermedades como el VIH o por el uso prolongado de medicamentos inmunosupresores (comunes en pacientes trasplantados o con enfermedades autoinmunes), presentan un riesgo aumentado de desarrollar linfoma.

3. Enfermedades autoinmunes

Enfermedades de origen autoinmune, como el lupus eritematoso sistémico, la artritis reumatoide y el síndrome de Sjögren, se han asociado con un mayor riesgo de linfoma, especialmente del subtipo no-Hodgkin.

4. Antecedentes familiares

Aunque la mayoría de los casos de linfoma ocurren de forma esporádica, tener familiares de primer grado con linfoma puede aumentar ligeramente el riesgo de desarrollar la enfermedad.

5. Exposición a agentes ambientales

La exposición ocupacional a pesticidas, herbicidas, disolventes orgánicos y radiación ionizante ha sido investigada como posible factor de riesgo, aunque los datos aún no son concluyentes.

Importante: la presencia de uno o más de estos factores de riesgo no significa que una persona desarrollará linfoma necesariamente, así como la ausencia de estos factores no garantiza inmunidad. La mayoría de los casos surge sin una causa claramente identificable.

Síntomas del linfoma

Los síntomas del linfoma son, en su mayoría, inespecíficos y pueden confundirse con los de muchas otras condiciones clínicas. Por esta razón, el diagnóstico muchas veces se retrasa. En algunos casos, la enfermedad se descubre de forma incidental durante estudios por imágenes solicitados por otros motivos.

Síntomas generales (constitucionales)

Entre los síntomas más comunes y tempranos del linfoma se encuentran:

  • Aumento indoloro de los ganglios linfáticos (bultos), especialmente en el cuello, axilas o ingles.
  • Fiebre de origen inexplicado, generalmente persistente.
  • Sudoración nocturna excesiva, al punto de empapar la ropa y las sábanas.
  • Pérdida de peso no intencionada, generalmente superior al 10 % del peso corporal en pocos meses.
  • Fatiga intensa y persistente (astenia).
  • Picazón en la piel (prurito), que puede ser localizada o generalizada, sin lesiones visibles.

El signo más característico del linfoma: ganglios linfáticos aumentados

Uno de los hallazgos más típicos del linfoma es la aparición de ganglios linfáticos agrandados (bultos), que no duelen, no desaparecen espontáneamente y continúan creciendo con el tiempo. A diferencia del aumento de ganglios linfáticos causado por infecciones comunes —como dolor de garganta, aftas o infecciones cutáneas—, los ganglios en el linfoma son persistentes, indoloros y muchas veces se localizan en regiones poco habituales, como:

  • Encima de la clavícula.
  • Axilas.
  • Cuello (bulto en el cuello).
  • Región abdominal o pélvica (no palpables, pero visibles en estudios de imagen).

En los cuadros infecciosos, los ganglios linfáticos aumentan como parte de la respuesta inmunológica y desaparecen una vez resuelta la infección. En el linfoma, los ganglios linfáticos son el propio tumor.

Otros signos posibles

  • Aumento del bazo (esplenomegalia): puede causar sensación de llenura abdominal, dolor o malestar.
  • Dolor abdominal: especialmente en linfomas que afectan a los ganglios mesentéricos.
  • Tos persistente o dificultad para respirar: en casos de linfoma en el mediastino (zona entre los pulmones).
  • Compresión de órganos vecinos, lo que provoca síntomas locales diversos.

Diferencia entre los tipos de linfoma

Aunque los síntomas pueden ser similares en los dos grandes grupos de linfoma, existen algunas tendencias:

  • El linfoma de Hodgkin se asocia más frecuentemente a sudoración nocturna, fiebre y pérdida de peso —los llamados síntomas B—, y suele afectar a adultos jóvenes.
  • El linfoma no-Hodgkin puede presentarse de forma muy variable, desde formas indolentes (con síntomas mínimos) hasta cuadros agresivos de rápida progresión.

¿Cuándo sospechar un linfoma?

Es importante buscar evaluación médica cuando se presente:

  • Bulto persistente (ganglio linfático aumentado) por más de 2 a 4 semanas, sin dolor y sin causa aparente.
  • Pérdida de peso inexplicada.
  • Sudoración nocturna intensa y fiebre sin una causa infecciosa clara.
  • Fatiga inusual, especialmente si se asocia con otros síntomas mencionados.

El diagnóstico definitivo del linfoma se realiza mediante la biopsia del ganglio linfático aumentado, seguida de un análisis anatomopatológico e inmunohistoquímico.

Tratamiento de los linfomas

El tratamiento del linfoma depende de diversos factores, como el tipo (Hodgkin o no-Hodgkin), el subtipo celular, el estadio de la enfermedad, la edad y el estado general de salud del paciente. La decisión terapéutica es siempre individualizada y debe ser definida por un hematólogo, con base en exámenes clínicos y de laboratorio detallados.

En términos generales, los principales recursos terapéuticos incluyen:

Quimioterapia

Es la base del tratamiento para la mayoría de los linfomas, tanto de Hodgkin como no-Hodgkin. Existen esquemas estandarizados y eficaces que combinan distintos medicamentos para destruir las células malignas.

En el linfoma de Hodgkin, el protocolo más utilizado es el ABVD, cuyas siglas corresponden a los cuatro principales quimioterápicos:

  • Adriamicina (doxorrubicina).
  • Bleomicina.
  • Vinblastina.
  • Dacarbazina.

Este esquema se administra en ciclos y presenta altas tasas de éxito, especialmente cuando el diagnóstico se realiza en etapas tempranas.

Para el linfoma no-Hodgkin, en especial los subtipos agresivos como el linfoma difuso de células B grandes, es común el uso del protocolo CHOP, que incluye:

  • Ciclofosfamida.
  • Hidroxi-daunorrubicina (otro nombre para doxorrubicina).
  • Oncovin (nombre comercial de la vincristina).
  • Prednisona (corticosteroide).

Este esquema suele combinarse con rituximab (R-CHOP), un anticuerpo monoclonal que reconoce y destruye las células B tumorales, aumentando aún más la tasa de respuesta al tratamiento.

Radioterapia

La radioterapia puede estar indicada en casos seleccionados, especialmente cuando hay enfermedad localizada o como complemento a la quimioterapia. Es más frecuente en el linfoma de Hodgkin, en particular en estadios iniciales.

Inmunoterapia y terapias dirigidas

En los últimos años, el tratamiento del linfoma ha avanzado considerablemente con el desarrollo de medicamentos más específicos que atacan blancos moleculares presentes en las células tumorales, preservando en parte las células normales.

Estos tratamientos se denominan terapias dirigidas o inmunoterapias, y han demostrado ser especialmente útiles en casos de linfoma refractario (que no responde al tratamiento convencional) o en recaída (cuando la enfermedad reaparece después de una remisión).

Estas terapias se dividen principalmente en tres categorías:

a) Anticuerpos monoclonales

Son proteínas producidas en laboratorio que reconocen marcadores específicos en la superficie de las células malignas. El ejemplo más conocido es el rituximab, que se une a la proteína CD20, presente en las células B —tipo de linfocito frecuentemente involucrado en los linfomas no-Hodgkin.

  • El rituximab suele usarse en combinación con quimioterapia (como en el esquema R-CHOP).
  • Otros anticuerpos más modernos incluyen obinutuzumab y brentuximab vedotin, este último utilizado principalmente en algunos casos de linfoma de Hodgkin y linfomas de células T.

b) Inhibidores de vías celulares (terapias dirigidas con pequeñas moléculas)

Estos medicamentos interfieren directamente en mecanismos bioquímicos internos de las células tumorales, bloqueando señales que favorecen su crecimiento y supervivencia.

Ejemplos:

  • Ibrutinib: inhibidor de la tirosina quinasa de Bruton (BTK), utilizado en linfomas de células del manto y linfomas linfocíticos.
  • Idelalisib: inhibidor de la PI3K, empleado en ciertos linfomas indolentes.
  • Venetoclax: inhibe la proteína BCL-2, que impide la muerte celular programada (apoptosis).

c) Inmunoterapia avanzada (uso más restringido)

La terapia con células CAR-T (células T con receptor de antígeno quimérico), en la que linfocitos T del propio paciente son modificados genéticamente para atacar las células del linfoma, es una estrategia innovadora reservada para casos muy específicos, usualmente en pacientes con enfermedad avanzada y resistente a múltiples tratamientos.

La quimioterapia destruye todas las células que se dividen rápidamente. En cambio, las terapias dirigidas y las inmunoterapias actúan como «misiles guiados», que reconocen características específicas de las células enfermas, con mayor precisión y menos efectos secundarios.

Trasplante de médula ósea

Está indicado en casos que no responden bien a la quimioterapia convencional o que presentan recaída. El trasplante puede ser:

  • Autólogo: con las propias células madre del paciente.
  • Alogénico: con células de un donante compatible.

Conducta expectante

En algunos linfomas indolentes, de crecimiento muy lento, el médico puede optar por no iniciar el tratamiento de inmediato, especialmente si el paciente es mayor, está asintomático o presenta enfermedad estable. Este enfoque se llama conducta expectante, con consultas periódicas y estudios de seguimiento. La quimioterapia solo se inicia si hay progresión de la enfermedad o aparición de síntomas.

Importante: el tratamiento del linfoma es altamente eficaz en muchos casos. Con los protocolos actuales, muchos pacientes logran alcanzar la remisión completa, especialmente en los casos de linfoma de Hodgkin o linfomas agresivos diagnosticados precozmente.

Pronóstico: ¿el linfoma tiene cura?

Una de las preguntas más frecuentes al recibir un diagnóstico de cáncer es: «¿Esta enfermedad tiene cura?» En el caso de los linfomas, la respuesta es: , muchos casos tienen cura, especialmente cuando el diagnóstico se realiza de forma temprana y el tratamiento es adecuado para el tipo específico de linfoma.

Sin embargo, el pronóstico del linfoma es muy variable, ya que existen decenas de subtipos con comportamientos muy distintos. La tasa de curación, el tiempo de supervivencia y la respuesta al tratamiento dependen de factores como:

  • El tipo de linfoma (Hodgkin o no-Hodgkin).
  • El subtipo celular específico.
  • El estadio de la enfermedad en el momento del diagnóstico.
  • La edad y el estado general de salud del paciente.
  • La respuesta al tratamiento inicial.

Linfoma de Hodgkin

El linfoma de Hodgkin es, en general, una de las neoplasias hematológicas con mejor pronóstico. Cuando se diagnostica en etapas tempranas, las tasas de curación con quimioterapia (con o sin radioterapia) superan el 80 %. Incluso en fases más avanzadas, muchos pacientes logran alcanzar la remisión completa con los protocolos actuales.

Linfoma no-Hodgkin

Los linfomas no-Hodgkin son mucho más heterogéneos. Para fines didácticos, suelen dividirse en dos grandes categorías:

1. Linfomas indolentes (bajo grado de agresividad)

Son linfomas de crecimiento lento, que pueden evolucionar durante años antes de causar síntomas evidentes. Requieren seguimiento continuo, pero no siempre necesitan tratamiento inmediato. Cuando se tratan, suelen responder bien, aunque las posibilidades de curación definitiva son menores, especialmente en estadios avanzados.

Ejemplos:

  • Linfoma folicular.
  • Linfoma MALT.
  • Linfoma de células pequeñas.
  • Macroglobulinemia de Waldenström.

Muchos pacientes con linfoma indolente viven 10, 15 o incluso 20 años con la enfermedad controlada, especialmente si son personas mayores sin comorbilidades importantes.

2. Linfomas agresivos (alto grado de agresividad)

Son tumores que evolucionan rápidamente y, si no se tratan, pueden causar la muerte en pocos meses. Por otro lado, tienden a responder muy bien a la quimioterapia, y la tasa de curación puede ser elevada cuando el tratamiento se inicia a tiempo.

Ejemplos:

  • Linfoma difuso de células B grandes.
  • Linfoma de Burkitt.
  • Linfoma linfoblástico.
  • Linfoma de células del manto.
  • Linfoma primario del mediastino de células B grandes.

En casos más avanzados o con recaídas, nuevas terapias como anticuerpos monoclonales, inhibidores moleculares e incluso la terapia con células CAR-T están ofreciendo opciones terapéuticas eficaces e innovadoras.


Referencias


Dr. Pedro Pinheiro

Médico graduado por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), con títulos de especialista en Medicina Interna y Nefrología otorgados por la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ), la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN), la Universidad de Oporto y el Colegio de la Especialidad de Nefrología de Portugal.


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