Diarrea: síntomas, causas, tipos y tratamiento

La diarrea es la evacuación frecuente de heces blandas o líquidas, generalmente causada por infecciones virales, bacterianas o parasitarias. Puede provocar deshidratación, dolor abdominal, náuseas y comprometer la absorción de nutrientes.

Dr. Pedro Pinheiro
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Diarrea: síntomas, causas, tipos y tratamiento

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¿Qué es la diarrea?

La diarrea es un problema tan común que todas las personas la padecerán en algún momento a lo largo de su vida. La mayoría sufre al menos un episodio diarreico al año, aunque no es raro que algunas presenten entre 2 y 5 episodios anuales.

En realidad, la diarrea no es una enfermedad en sí misma, sino una manifestación clínica común a diversas enfermedades que afectan al tracto gastrointestinal.

Técnicamente, se considera diarrea cuando el paciente evacua más de 200 g de heces al día. Evidentemente, esta es una definición técnica, ya que nadie necesita pesar sus heces para saber si tiene diarrea. Una definición más práctica y comprensible es aquella que describe la diarrea como la evacuación de heces blandas o líquidas con mayor frecuencia de lo habitual.

La mayoría de las personas no tiene dificultad en reconocer un episodio de diarrea. Lo más complicado suele ser identificar su causa exacta, ya que puede originarse por múltiples motivos.

En la mayoría de los casos, los episodios de diarrea tienen un origen infeccioso, causados por bacterias, virus o parásitos. No obstante, existen también otras posibles causas de diarrea, que se abordarán a lo largo de este artículo.

¿Cómo funciona la digestión?

Para comprender cómo se produce la diarrea, primero es necesario entender cómo funciona el proceso de digestión y absorción de los alimentos.

Digestión y absorción no son lo mismo. La digestión es el proceso mediante el cual se descomponen los compuestos grandes en moléculas lo suficientemente pequeñas como para ser absorbidas. Primero se digieren los alimentos y luego se absorben. Si los alimentos no se digieren correctamente, los intestinos no pueden absorberlos, por lo que se eliminan a través de las heces.

Sistema digestivo
Sistema digestivo

Después de ingerir un alimento, este desciende por el esófago hasta el estómago. El estómago cumple tres funciones principales: eliminar los gérmenes presentes en los alimentos mediante su pH bajo (muy ácido), descomponer moléculas grandes en moléculas más pequeñas para su posterior absorción en otras partes del tracto digestivo, y almacenar comida, liberando su contenido procesado hacia el duodeno a una velocidad constante.

Al salir del estómago, los alimentos llegan al duodeno, la primera porción del intestino delgado. El duodeno recibe las secreciones del páncreas y de la vesícula biliar.

El páncreas libera el jugo pancreático, un líquido rico en bicarbonato que ayuda a reducir la acidez del contenido procedente del estómago. Este jugo también contiene enzimas esenciales para la digestión de proteínas, carbohidratos y grasas.

La vesícula biliar produce la bilis, responsable de la coloración de las heces y de la digestión de grasas, colesterol y de las vitaminas liposolubles A, D, E y K.

Después del duodeno, se encuentran el yeyuno y el íleon, que constituyen la segunda y tercera porción del intestino delgado. El yeyuno y el íleon forman la mayor parte del sistema digestivo, con una longitud que puede alcanzar los 6 metros. En esta región ocurre la mayor parte de la absorción de los nutrientes digeridos. El intestino delgado es responsable de la absorción de aproximadamente 1 litro de agua.

Una vez que el contenido no absorbido deja el intestino delgado, llega al colon (intestino grueso). El colon mide aproximadamente 1,5 metros y está colonizado por más de 700 especies de bacterias que participan en la digestión de elementos aún no descompuestos, principalmente fibras y polisacáridos (carbohidratos de moléculas complejas).

Esta digestión realizada por las bacterias del colon es la responsable de los gases intestinales. Sin embargo, la función principal del intestino grueso es reabsorber el agua contenida en el material alimenticio y en las secreciones a lo largo del tracto digestivo, formando heces sólidas al final del proceso. El colon puede reabsorber hasta 19 litros de agua al día.

En resumen:

  • El estómago y el duodeno, con la ayuda del páncreas y la vesícula biliar, se encargan de la digestión de los alimentos.
  • El intestino delgado (yeyuno e íleon) absorbe la mayor parte de los nutrientes digeridos y una parte del agua.
  • El colon (intestino grueso) reabsorbe grandes cantidades de agua y algunos nutrientes restantes.
  • Todo lo que no ha sido digerido ni absorbido al final del colon se elimina en forma de heces.

Tipos de diarrea

La diarrea puede definirse como la evacuación de heces blandas o acuosas, generalmente al menos tres veces en un período de 24 horas. Refleja un aumento del contenido de agua en las heces, ya sea por una absorción deficiente de agua o por una secreción activa de agua por parte del intestino.

Las siguientes definiciones se han establecido según la duración de los síntomas:

  • Diarrea aguda: duración de 14 días o menos
  • Diarrea persistente: entre 14 y 30 días de duración
  • Diarrea crónica: duración superior a 30 días

La diarrea invasiva, o disentería, se define como una diarrea con sangre visible en las heces y suele estar asociada a fiebre y dolor abdominal.

Diarrea aguda

Más de 200 tipos de gérmenes —entre virus, bacterias y parásitos— pueden causar episodios de diarrea aguda. La diarrea puede estar provocada directamente por el germen o por toxinas producidas por él.

Cuanto mayor sea la concentración de microbios o toxinas ingeridos, mayor es la probabilidad de que estos superen la acidez del estómago y lleguen a los intestinos. Algunas toxinas, una vez producidas, no se destruyen con la cocción, por lo que el almacenamiento adecuado de los alimentos, tanto antes como después de su preparación, es fundamental.

La intoxicación alimentaria se presenta de tres formas diferentes:

1. Vómitos como principal manifestación

El inicio súbito de náuseas y vómitos, con o sin diarrea, menos de 12 horas después del consumo de alimentos contaminados (en general, menos de 6 horas), suele indicar una intoxicación alimentaria causada por toxinas preformadas.

En este caso, no es la bacteria en sí la que causa el problema, sino las toxinas que ha producido y que permanecen en los alimentos. Estas toxinas actúan principalmente en el estómago, irritando su mucosa y provocando los vómitos.

Este tipo de intoxicación alimentaria suele estar causado por toxinas de las bacterias Staphylococcus aureus o Bacillus cereus.

Otra causa común de intoxicación alimentaria con vómitos es un virus llamado norovirus, que puede transmitirse a través de alimentos contaminados o de persona a persona por aerosoles, como en un resfriado común.

En los tres casos mencionados, se trata de enfermedades autolimitadas, con una duración de 3 a 4 días, que no requieren tratamiento específico, salvo medidas de hidratación y medicación sintomática si el paciente lo considera necesario.

2. Diarrea acuosa como principal manifestación

La diarrea acuosa en la intoxicación alimentaria suele estar provocada por lesiones en la mucosa del intestino delgado, causadas por la acción directa de la bacteria o por toxinas que se producen tras la ingestión del germen.

Los síntomas aparecen habitualmente entre 24 y 48 horas después de la ingestión del alimento contaminado. Bacterias como Cyclospora cayetanensis, Escherichia coli y Clostridium, así como algunos virus, pueden ser responsables. Además de la diarrea, puede haber fiebre baja (generalmente por debajo de 38 °C).

Cuando varias personas con contacto social cercano (trabajo, escuela, etc.) presentan diarrea sin haber ingerido un alimento sospechoso en común, suele tratarse de infecciones virales, que se transmiten de forma similar a los virus de la gripe o el resfriado.

Las bacterias y toxinas alteran la mucosa del intestino delgado, aumentando la secreción intestinal y acelerando el tránsito intestinal. El intestino delgado no logra digerir ni absorber los alimentos, que llegan en gran cantidad al colon. El volumen de líquidos y nutrientes que alcanza el intestino grueso es tan elevado que impide su absorción.

Este cuadro también suele ser autolimitado, con una duración de 3 a 4 días, sin necesidad de tratamiento específico. El propio organismo combate el germen y regenera la mucosa intestinal.

Una excepción importante es el cólera, causado por la bacteria Vibrio cholerae. Se manifiesta como una diarrea acuosa muy intensa, con más de 20 evacuaciones al día y pérdida de hasta 1 litro de agua por hora. En los casos graves, se requiere hospitalización e hidratación intravenosa debido a la deshidratación severa.

3. Diarrea con sangre, pus o moco

La diarrea con sangre visible, pus, moco o fiebre alta siempre debe ser evaluada por un médico. Este cuadro, denominado diarrea inflamatoria o disentería, puede evolucionar a sepsis u otras complicaciones graves.

Está causada por bacterias como Salmonella, Shigella, Campylobacter y Escherichia coli enterohemorrágica, que afectan a la mucosa del intestino grueso. En estos casos, puede ser necesario el uso de antibióticos, pero su administración debe ser cuidadosamente evaluada.

Es importante destacar que, en las infecciones por Escherichia coli, el uso de antibióticos puede empeorar el cuadro clínico y favorecer la aparición de una complicación grave llamada síndrome urémico hemolítico, que provoca anemia e insuficiencia renal severa.

Por esta razón, debe realizarse siempre un cultivo de heces para identificar el agente causante y determinar si se requiere tratamiento antibiótico. Nunca se debe automedicar con antibióticos en casos de diarrea con sangre.

El uso inadecuado de antibióticos no solo puede agravar la infección, sino que también puede perpetuar la diarrea al impedir que la flora intestinal normal se restablezca. Sin flora bacteriana natural, el colon no puede digerir correctamente los alimentos, lo que mantiene la diarrea.

Otro riesgo importante del uso de antibióticos es la infección por Clostridium difficile, una bacteria que se aprovecha de la ausencia de flora intestinal normal para causar una diarrea inflamatoria grave, conocida como colitis pseudomembranosa. Esta infección es la principal causa de diarrea en pacientes hospitalizados o en tratamiento con antibióticos.

Las diarreas provocadas por Campylobacter también están asociadas al desarrollo del síndrome de Guillain-Barré.

Además de las gastroenteritis bacterianas, la diarrea con sangre también puede estar causada por la infección parasitaria por la ameba Entamoeba histolytica.

La amebiasis intestinal presenta un curso más prolongado, evolucionando durante semanas, y provoca pérdida de peso, cólicos abdominales y diarrea acuosa, que a menudo progresa hacia un cuadro de disentería.

La siguiente tabla, elaborada por la Organización Mundial de la Salud, resume las características clínicas de las principales diarreas infecciosas según el microorganismo causante.

Características clínicas de las principales diarreas infecciosas
Características clínicas de las principales diarreas infecciosas

Causas de diarrea persistente o crónica

Toda diarrea que dura más de dos semanas debe hacer sospechar la presencia de alguna enfermedad del tracto intestinal que no tenga origen en una intoxicación alimentaria. Las diarreas con una evolución mayor a un mes se consideran diarreas crónicas y siempre deben ser investigadas.

Las principales causas de diarrea crónica incluyen:

Síndrome del intestino irritable

El síndrome del intestino irritable es una causa frecuente de diarrea intermitente acompañada de dolor abdominal. No hay ninguna enfermedad orgánica que justifique este cuadro. Normalmente, los pacientes presentan diarrea y cólicos relacionados con períodos de estrés emocional.

Algunos pacientes alternan diarrea con estreñimiento; otros pueden presentar pequeñas cantidades de moco en las heces. El exceso de gases intestinales también es frecuente.

El síndrome del intestino irritable es una enfermedad benigna que puede mejorar con cambios en la alimentación y el estilo de vida.

La presencia de sangre en las heces no es típica del síndrome del intestino irritable. Su aparición indica que puede haber otra causa subyacente.

Explicamos este síndrome con más detalle en el artículo: Síndrome del intestino irritable – qué es y síntomas.

Síndrome de malabsorción

Algunas enfermedades del intestino impiden la adecuada absorción de ciertos nutrientes, lo que puede conducir a cuadros de diarrea.

Ejemplos comunes:

  • Intolerancia a la lactosa: provocada por la deficiencia de lactasa, enzima responsable de digerir la lactosa en el intestino delgado (presente en la leche y sus derivados).
  • Pancreatitis crónica: donde la falta de jugo pancreático impide la digestión correcta de numerosos nutrientes.
  • Enfermedad celíaca: que impide la absorción del gluten, una proteína presente en el trigo y otros cereales.
  • Parásitos, como en el caso de la giardiasis, también pueden provocar malabsorción.

Como se puede observar, existen decenas de causas posibles de diarrea. En la mayoría de los casos, se trata de cuadros autolimitados, causados por infecciones virales o intoxicaciones alimentarias.

¿Cuándo consultar al médico por diarrea?

Si la diarrea presenta algún signo de gravedad, es necesario buscar atención médica, ya que existe riesgo de complicaciones.

Signos de alarma ante un cuadro diarreico:

  • Fiebre alta, generalmente superior a 38,5 °C.
  • Diarrea intensa que no mejora después de 48–72 horas.
  • Deshidratación.
  • Diarrea con sangre.
  • Diarrea de más de dos semanas de duración.
  • Diarrea en personas mayores y/o inmunosuprimidas.
  • Niños que rechazan la hidratación o la alimentación durante el episodio diarreico.

En estos casos, la evaluación médica es esencial para identificar la causa y orientar el tratamiento adecuado.

Tratamiento

La gran mayoría de los casos de diarrea son autolimitados y de corta duración. Por lo tanto, generalmente no es necesario ningún medicamento específico. Basta con ingerir líquidos en cantidad suficiente para compensar la pérdida de agua provocada por las heces.

Si no hay signos de gravedad como los descritos anteriormente, la diarrea debe tratarse simplemente con una hidratación generosa. Cuanto más intensa sea la diarrea, mayor deberá ser la reposición de líquidos. En las farmacias existen soluciones de rehidratación oral ya preparadas, como Pedialyte®. En muchas farmacias públicas, este suero se distribuye de forma gratuita.

Una alternativa para quienes no pueden salir de casa de inmediato es el suero casero, que se puede preparar con:

  • 3,5 gramos de sal y
  • 20 gramos de azúcar
  • disueltos en 1 litro de agua filtrada o hervida

Si no se dispone de una balanza para pesar los ingredientes, también se puede preparar el suero añadiendo:

  • 1 cucharadita de sal +
  • 1 cucharada rasa de azúcar
  • en 1 litro de agua

Sin embargo, esta forma es menos precisa y no es la más recomendada, debido al riesgo de errores en la dosificación.

En general, el suero listo adquirido en farmacias es la opción más segura. Una vez preparado, debe consumirse en un máximo de 24 horas.

Medicamentos: ¿cuándo usarlos?

Debe evitarse a toda costa el uso de medicamentos que cortan la diarrea. Si hay una bacteria o toxina en el tracto intestinal, el organismo necesita eliminarla. Suprimir la evacuación en casos de infección puede favorecer una evolución hacia una sepsis grave.

Fármacos que inhiben el movimiento intestinal, como el conocido Imosec® (Loperamida), solo deben usarse bajo prescripción médica. En la mayoría de los casos no están indicados, ya que pueden empeorar el cuadro clínico.

Los probióticos, como Floratil® (Saccharomyces boulardii), pueden ayudar a reducir la duración de algunos cuadros de diarrea, aunque su eficacia sigue siendo discutida.

Alimentación durante la diarrea

No es necesario hacer ayuno durante un episodio de diarrea. La alimentación puede ayudar a controlar los síntomas. Solo se deben evitar los alimentos grasos o ricos en lácteos, ya que durante una infección intestinal la mucosa del intestino delgado está inflamada y no consigue absorber nutrientes complejos adecuadamente.

Las bebidas gaseosas tampoco son recomendables, ya que suelen contener grandes cantidades de azúcar, lo que puede empeorar la diarrea.

Prevención

Para reducir el riesgo de contagio y transmisión:

  • Lávese siempre las manos con agua y jabón antes de manipular alimentos o iniciar una comida (véase: ¿Por qué es importante lavarse las manos?).
  • Las personas con diarrea no deben preparar alimentos para otros hasta estar completamente curadas.

Estas medidas son esenciales para evitar la propagación de infecciones intestinales.


Referencias


Dr. Pedro Pinheiro

Médico graduado por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), con títulos de especialista en Medicina Interna y Nefrología otorgados por la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ), la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN), la Universidad de Oporto y el Colegio de la Especialidad de Nefrología de Portugal.


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