¿Puedo beber alcohol si estoy tomando antibióticos?

Dr. Pedro Pinheiro

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Mixing Antibiotics with Alcohol: What's the Risk?

Tiempo estimado de lectura del artículo: 5 minutos

Introducción

Todas las personas ya han oído hablar que no debemos consumir bebidas alcohólicas si estamos tomando cualquier tipo de antibiótico. Entre las razones propagadas para que se evite esta combinación es la pérdida de eficacia del antibiótico, el aumento de la toxicidad del alcohol, la aparición de efectos secundarios e inclusive un mayor riesgo de daños hepáticos.

Una simple búsqueda en el Google para los términos «bebidas alcohólicas y antibióticos» nos permite encontrar decenas de sitios que predican la abstención de alcohol sin restricciones para los pacientes que están bajo tratamiento con antibióticos. Muchos de estos sitios citan a médicos y traen supuestas explicaciones científicas para el riesgo de esta asociación.

Lamentablemente, la Internet está llena de artículos pseudocientíficos, que a los ojos de la población laica pueden parecer muy bien fundamentados, pero que carecen de la mínima evidencia científica para defender sus puntos de vista.

A la luz de los conocimientos científicos actuales, no hay respuesta única a la pregunta: «¿quién está tomando antibióticos puede beber?». Para que la respuesta sea dada correctamente, necesitamos saber cuál es el antibiótico que se está tomando, qué infección se está tratando, cuál es la condición clínica del paciente y cuál es la cantidad de alcohol que una persona tiene intención de tomar.

Para resumir en una solamente frase todo lo que se explicará en este artículo, podemos decir que para la mayoría de los pacientes y para la mayoría de las clases de antibióticos no hay problema alguno en beber alcohol moderadamente durante el curso de los antibióticos.

Nuestro texto se divide en los siguientes temas:

  • Por qué la mezcla de alcohol y antibióticos puede no ser una buena idea.
  • Antibióticos que CONTRAINDICAN el consumo de alcohol.
  • Qué es el efecto disulfiram.
  • Antibióticos que PERMITEN beber alcohol moderadamente.
  • Situaciones clínicas que deberían disuadir de la mezcla de alcohol y antibióticos.

Por qué la mezcla de alcohol y antibióticos no puede ser una buena idea

Cantidades moderadas y casuales de alcohol, como el consumo social de 2 copas de vino o 2 latas de cerveza (o 1 dosis de bebida destilada), no provocan cualquier interferencia en el efecto de la mayoría de los antibióticos. De hecho, dosis aún más elevadas de alcohol generalmente no cortan el efecto de los antibióticos. El problema, como vamos a ver a continuación, son los efectos secundarios y la acción del alcohol en el sistema inmune.

En principio, la idea de que se hace necesaria una abstinencia total durante el tratamiento con antibióticos es un mito. Y esto no es una opinión personal; la propia Asociación Médica Británica (AMB) no impone restricción alguna a la asociación del alcohol con la mayoría de los antibióticos (las excepciones se explicarán más adelante). Lo interesante es que este mito es muy común inclusive entre los médicos. Un estudio en Gran Bretaña demostró que hasta el 76 % de los médicos encuestados piensan que mezclar alcohol con antibióticos debería ser prohibido en todos los casos, sin excepción.

Es importante tener en cuenta, sin embargo, que aunque no esté prohibido el consumo de alcohol durante el uso de la mayoría de los antibióticos, esta mezcla, principalmente en dosis altas, no es exactamente una acción sin consecuencias.

El alcohol es una sustancia muy irritante para la mucosa gastrointestinal y como algunos antibióticos comunes, tales como amoxicilina y azitromicina, frecuentemente provocan cuadros de náuseas, vómitos, dolor abdominal o diarrea, no se recomienda la mezcla de altas dosis de alcohol con antibióticos en virtud de potenciar estos efectos adversos. Si estás enfermo y tomando antibióticos, es mucho más probable que el alcohol cause efectos adversos.

Otro problema potencial de esta asociación es el hecho de que los pacientes que necesitan de antibióticos son aquellos con una infección y, por lo tanto, necesitan de un sistema inmune competente para combatirla. Una o dos cervezas eventualmente no dificultan la capacidad del cuerpo para combatir infecciones, pero grandes cantidades de alcohol pueden, sí, perjudicar la acción del sistema inmunitario, dificultando la cura.

Otro punto que debe destacarse es el hecho de que el alcohol es una sustancia que se metaboliza en el hígado por las mismas vías enzimáticas que metabolizan algunos de los antibióticos. El consumo excesivo y repetitivo de alcohol puede dejar el hígado «ocupado» procesando el exceso de alcohol, haciendo que el antibiótico no sea correctamente metabolizado. Esto puede resultar no solamente en la reducción de la acción de los antibióticos, sino también en la acumulación de metabolitos tóxicos de los mismos, incrementando la incidencia de efectos secundarios.

En definitivo, puedes hasta tomar tu cerveza o la habitual copa de vino durante una comida, incluso si estás bajo tratamiento antibiótico. Sin embargo, si estás enfermo, es prudente evitar el consumo de alcohol, así como el consumo de cigarrillo, esfuerzo físico excesivo, mala alimentación, dormir pocas horas por noche y la exposición excesiva al sol. No hay, por lo tanto, en la mayoría de los casos, una contraindicación formal; es solamente una cuestión de sentido común.

Antibióticos que contraindican el consumo de alcohol

A pesar de la asociación de alcohol y antibióticos ser segura en la mayoría de los casos, hay excepciones importantes. Algunas clases de antibióticos pueden sufrir interacción relevante, inclusive con dosis bajas de alcohol. Otras, como el metronidazol y el tinidazol, pueden causar efectos secundarios graves conocidos como efecto disulfiram (explico más adelante qué es este efecto).

Por lo tanto, si se sientes bien, tienes una fiesta prevista para el fin de semana, quieres beber con responsabilidad, pero está en la recta final de un tratamiento con antibióticos, la mejor opción es buscar si tu antibiótico se encuadra al pequeño grupo de fármacos que contraindican el consumo de bebidas alcohólicas.

Los antibióticos que NO pueden de ninguna manera mezclar con alcohol son aquellos que pueden causar el efecto disulfiram. Son ellos:

  • Metronidazol.
  • Tinidazol.
  • Cefotetan.
  • Algunos antibióticos de la clase de las cefalosporinas:
    • Ceftriaxona.
    • Cefotetán.
    • Cefoperazona.
    • Cefamandol.
    • Cefmetazol.

Inclusive el metronidazol o el tinidazol en crema para aplicación vaginal pueden causar efecto disulfiram. Es importante tener en cuenta que muchas cremas ginecológicas pueden tener 2 o 3 diferentes sustancias en su composición, siendo el metronidazol o el tinidazol una de ellas.

Para evitar la ocurrencia del efecto disulfiram, el paciente debe estar al menos 72 horas sin tomar antibióticos para poder consumir cualquier bebida alcohólica.

Raramente, el antibiótico sulfametoxazol + trimetoprima, conocido como Bactrim, también puede causar efecto disulfiram. En general, esto ocurre solamente si el paciente abusar de las bebidas alcohólicas. Sin embargo, por seguridad, a pesar de ser raro, si estás tomando Bactrim, lo más seguro es evitar bebidas alcohólicas.

Además de antibióticos, otros fármacos utilizados en el tratamiento de infecciones tales como antivirales, antiparasitarios y antimicóticos también pueden causar efectos secundarios si mezclados con alcohol. Entre ellos, los más importantes son:

  • Griseofulvina (antifúngico): puede causar efecto disulfiram.
  • Voriconazol (antifúngico): interfiere con el efecto antifúngico.
  • Ketoconazol (antifúngico): aumenta el riesgo de lesión del hígado.
  • Fluconazol (antifúngico): aumenta el riesgo de lesión del hígado.
  • Didanosina (antirretroviral): aumenta el riesgo de pancreatitis.

Otros efectos secundarios de la asociación alcohol y antibióticos

Los antibióticos mencionados anteriormente son aquellos que pueden causar reacciones severas si se toma junto con alcohol. Sin embargo, todavía existen algunos antibióticos que pueden causar otros tipos de reacción y, por lo tanto, también debe evitarse la asociación con las bebidas alcohólicas. Son ellos:

  • Linezolida: puede causar crisis hipertensiva si se consume junto con bebidas alcohólicas ricas en tirosina, como cerveza o vino tinto.
  • Isoniazida, rifampicina o pirazinamida: estas drogas tienen un mayor riesgo de toxicidad hepática (lesión del hígado), por ello se debe evitar el consumo de alcohol, principalmente de forma frecuente.
  • Eritromicina o doxiciclina: el alcohol puede reducir la eficacia del antibiótico.

¿Qué es el efecto disulfiram?

El disulfiram, vendido comercialmente bajo el nombre de Antabuse, es una sustancia utilizada en el tratamiento del alcoholismo. El disulfiram evita que el hígado metabolice los metabolitos más tóxicos del alcohol, aumentando hasta 10 veces su toxicidad para el cuerpo.

Cuando el paciente toma alcohol, incluso en pequeñas dosis, se intoxica rápidamente y siente los efectos secundarios, tales como vómitos, palpitaciones, calor, sudoración excesiva, dificultad para respirar, dolor de cabeza intenso y caída en la presión arterial. El paciente se siente muy incómodo, como si estuviese a punto de sufrir un colapso, por ello que no puede seguir bebiendo. Si el paciente insistir en el consumo de alcohol, la droga puede llevar al coma o a la muerte.

Los antibióticos mencionados en el tópico anterior, especialmente el metronidazol y el tinidazol, pueden causar un efecto tipo disulfiram. Por lo tanto, el consumo de alcohol debe ser totalmente desaconsejado durante las 24 horas que preceden el inicio del tratamiento hasta 72 horas después de finalizar el tratamiento antibiótico.

Antibióticos que permiten el consumo de alcohol de forma moderada

Hasta ahora citamos 10 antibióticos que no deben ser mezclados con alcohol. Si estás tomando algún antibiótico que no fue citado anteriormente, no hay ninguna evidencia científica que contraindique el consumo moderado de alcohol durante el tratamiento.

Sin duda, no hay ninguna contraindicación formal para el consumo de alcohol en pequeñas dosis para quien está utilizando amoxicilina, azitromicina, ciprofloxacina, levofloxacino, penicilina, cefalexina y otros antibióticos comunes.

Situaciones clínicas que deben disuadir de mezclar alcohol y antibióticos

Como ya comentamos al principio del texto, el hecho de que no hay ninguna contraindicación formal al uso de alcohol y determinados tipos de antibióticos no significa que esta asociación sea totalmente segura. Recuérdate: el paciente bajo tratamiento con antibióticos está enfermo y abusar de alcohol no va a hacer ningún bien.

Si el paciente está con cualquier infección grave o potencialmente grave, es evidente que debe evitar el consumo de alcohol, inclusive si la bebida tiene una interacción directa con el antibiótico en curso. El problema no es el antibiótico en sí, sino más bien la enfermedad. El mismo razonamiento se aplica a pacientes con una enfermedad hepática, aunque sea temporal, porque la asociación alcohol-antibiótico puede aumentar la hepatotoxicidad de ambos.

Estudios demuestran que pacientes en tratamiento para enfermedades de transmisión sexual (ETS) tienen un mayor riesgo de tener relaciones sexuales sin protección antes del final del curso de antibióticos (antes de que estén curados, por lo tanto) si consumen bebidas alcohólicas. Este comportamiento pone en riesgo otras personas y promueve la propagación de enfermedades venéreas. En consecuencia, todos los pacientes con ETS en tratamiento deben evitar el consumo de alcohol.

Resumen

Para organizar toda la información del texto, resumiremos qué antibióticos no deben tomarse junto con bebidas alcohólicas, ya sea por efectos adversos graves, como el efecto disulfiram o daño hepático, o por interferencia en la eficacia del antibiótico.

No debe beber alcohol si está tomando los siguientes antibióticos o antimicrobianos:

  • Metronidazol.
  • Tinidazol.
  • Ceftriaxona.
  • Cefotetán.
  • cefoperazona.
  • Cefamandol.
  • Cefmetazol.
  • Ketoconazol.
  • Griseofulvina.
  • Voriconazol.
  • Didanosina.
  • Linezolida.
  • Isoniazida.
  • Etambutol.
  • Rifampicina.
  • Pirazinamida.
  • Eritromicina.
  • Doxiciclina.

Referencias


Autor(es)

Dr. Pedro Pinheiro

Médico licenciado por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), con títulos de especialista en Medicina Interna por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y de Nefrología por la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ) y por la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN). Actualmente vive en Lisboa, Portugal, tiene títulos reconocidos por la Universidad de Oporto y por el Colegio de Nefrología de Portugal.

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