Pericarditis: qué es, síntomas y tratamiento

Dr. Pedro Pinheiro

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Introducción

El pericardio es una membrana delgada en forma de una bolsa, que involucra el corazón y lo separa de otras estructuras anatómicas alrededor. Pericarditis aguda es el nombre dado a la inflamación del pericardio, que puede ser causada por una variedad de situaciones, incluyendo fármacos, traumatismos, infarto, cáncer, insuficiencia renal e infecciones, especialmente de origen vírico.

El síntoma más común de la pericarditis aguda es un intenso dolor en el pecho, que suele empeorar durante la inspiración profunda. Al tratarse de una inflamación del corazón, el dolor de la pericarditis puede confundirse fácilmente con el de un infarto, especialmente si afecta a un paciente con alto riesgo cardiovascular.

La pericarditis es una forma de inflamación/infección del corazón. Las otras dos son la miocarditis y endocarditis, que serán abordadas en artículos separados.

¿Qué es el pericardio?

Diversos órganos de nuestro cuerpo están recubiertos por delgadas membranas, quedando “embolsados” y aislados de los órganos adyacentes. Por ejemplo, el cerebro está revestido por las meninges, los pulmones por la pleura y los órganos intraabdominales por el peritoneo. El corazón, a su vez, está “empaquetado” dentro del pericardio, una membrana fibrosa, que sirve para aislar el corazón y reducir la fricción con los órganos circundantes.

pericardio - pericarditis
Pericardio

El pericardio consta de dos capas delgadas que prácticamente están conectadas una a otra, separadas solamente por una cantidad mínima de líquido, aproximadamente 20 ml, que actúa como una especie de lubricante.

Durante la pericarditis, el proceso inflamatorio puede hacer que aumente el volumen del líquido pericárdico. Hasta 90 a 120 ml de líquido adicional pueden acumularse en el pericardio sin causar problemas relevantes al corazón de individuos previamente sanos. Sin embargo, la acumulación de volúmenes mayores puede comprimir el corazón, lo que reduce su capacidad de bombeo de sangre y provoca una emergencia médica llamada taponamiento cardíaco.

Causas

La infección viral es la causa más común de pericarditis aguda, y representa hasta el 10 % de los casos. Esta forma de pericarditis suele ser autolimitada, con una duración de entre 1 y 3 semanas, y suele aparecer en épocas de epidemias virales, principalmente aquellas causadas por el virus de la gripe (influenza), el resfriado o el virus coxsackie.

En estos casos, la pericarditis está precedida por una infección viral respiratoria o una gastroenteritis viral. El paciente mejora de la infección vírica, pero días después comienza a quejarse de un intenso dolor en el pecho.

Diversos virus pueden causar pericarditis, entre ellos:

  • Virus Coxsackie B.
  • Ecovirus.
  • Adenovirus.
  • Virus de la gripe A y B.
  • Enterovirus.
  • Virus de las paperas.
  • Virus de Epstein-Barr.
  • Virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
  • Virus del herpes simple.
  • Virus de la varicela-zóster.
  • Virus del sarampión.
  • Virus de la parainfluenza tipo 2.
  • Virus sincitial respiratorio.
  • Citomegalovirus.
  • Virus de la hepatitis A, B o C.

La pericarditis viral puede darse en niños, adolescentes, adultos o ancianos. Los hombres se ven más afectados que las mujeres.

Además de los virus, otras posibles causas de pericarditis son:

  • Causa desconocida (llamada pericarditis idiopática): en muchos casos, la pericarditis se presenta sin razón aparente y termina no siendo clarificada, lo que no es un problema, porque muchos de estos pacientes mejoran con antiinflamatorios. Se cree que muchas de estas pericarditis idiopáticas son, de hecho, pericarditis de origen virales no identificados.
  • Infección bacteriana: se presenta, generalmente, después de cuadros de infección pulmonar o por endocarditis infecciosa. La tuberculosis es otra causa posible. Una infección bacteriana del pericardio puede también ocurrir como una complicación de una cirugía de corazón. Además de las bacterias, los hongos también pueden ser la causa.
  • Radiación: la mayoría de estos casos son complicaciones derivadas del uso de la radioterapia para tratar cánceres de tórax, especialmente el cáncer de mama, de pulmón o linfoma.
  • Trauma: los traumatismos en el tórax, ya sea por un accidente de coche o lesiones de perforación, tipo cuchillo o proyectil de arma de fuego, pueden causar traumas al corazón que llevan a la aparición de una pericarditis.
  • Infarto del miocardio: un infarto de miocardio (ataque cardíaco) causa lesión del músculo cardíaco y, en algunos casos, puede causar pericarditis.
  • Drogas y toxinas: no es común, pero algunos medicamentos pueden provocar pericarditis, entre ellos: hidralazina, isoniazida, procainamida, fenitoína, fenilbutazona, trombolíticos, anticoagulantes y otros.
  • Insuficiencia renal: la insuficiencia renal crónica, en etapas avanzadas, puede causar la acumulación de toxinas en el cuerpo, causando irritación del pericardio.
  • Cáncer: la pericarditis puede surgir cuando un tumor maligno causar metástasis para el corazón. Los casos más comunes ocurren en el cáncer de mama, pulmón o linfoma de Hodgkin.
  • Enfermedades autoinmunes: varias enfermedades inmunológicas pueden causar pericarditis. Entre ellas lupus eritematoso sistémico, artritis reumatoide, esclerosis sistémica, enfermedad mista del tejido conectivo y vasculitis.
  • Enfermedad inflamatoria intestinal: la pericarditis puede ocurrir en pacientes con colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn.

Síntomas

El síntoma principal de la pericarditis aguda es un intenso dolor en el pecho que aparece de repente, afecta toda la región central del tórax, empeora durante la inspiración profunda, al toser o al acostarse, pero presenta un cierto alivio cuando el paciente se sienta e inclina el tronco hacia adelante. El dolor se describe, generalmente, como una punzada en el pecho; algunos dicen que se sienten como si hubiesen sido apuñalados en el corazón.

En muchos pacientes, sin embargo, el dolor de la pericarditis puede no ser tan típico y de fácil distinción. En algunos casos, el dolor no es tan agudo y el paciente se queja de presión o pesadez en el pecho con irradiación a los hombros, cuello o espalda. En estas situaciones, puede ser difícil distinguir entre la pericarditis y otras causas de dolor en el pecho, como infarto, embolia pulmonar o aneurismas de la aorta.

La pericarditis en niños puede presentarse como un dolor abdominal en vez de dolor en el pecho.

Fiebre baja, palpitaciones, fatiga, malestar y tos también son síntomas comunes, pero generalmente quedan en segundo plano dada la intensidad del dolor en el pecho.

En la pericarditis de origen tuberculoso, el cuadro no es tan agudo, y el paciente suele tener fiebre alta, sudores nocturnos y pérdida de peso.

Complicaciones

En la mayoría de los casos, principalmente los de origen viral, la pericarditis es un evento autolimitado, que responde bien a la administración de antiinflamatorios y se cura después de 1 a 3 semanas. No obstante, la pericarditis puede desarrollar complicaciones potencialmente mortales.

Las dos principales complicaciones de la pericarditis son: taponamiento cardíaco y pericarditis constrictiva.

Taponamiento cardíaco

En algunos casos de pericarditis puede existir acumulación de líquido entre las capas del pericardio. En alrededor del 5 % de los casos esta acumulación es tan grande que el exceso de líquido comprime las cámaras cardíacas, impidiendo el corazón de llenarse y bombear sangre correctamente. El taponamiento cardíaco es una emergencia médica porque el paciente puede entrar en shock por falla de la bomba cardíaca.

Pericarditis constrictiva

Aunque sea infrecuente, algunas personas con pericarditis, sobre todo las que tienen una inflamación prolongada y con recidivas frecuentes, pueden desarrollar cicatrices y un engrosamiento permanente del pericardio. En estos pacientes, el pericardio pierde su elasticidad, se vuelve rígido y empieza a comprimir el corazón, dificultando el bombeo adecuado de la sangre. La pericarditis constrictiva suele provocar cansancio, dificultad para respirar e hinchazón en las piernas y el abdomen.

Diagnóstico

El diagnóstico de la pericarditis puede ser hecho, clínicamente, por el historial clínico y el examen físico. Al auscultar el corazón con un estetoscopio, el médico notará que hay un ruido de fricción durante el latido del corazón, llamado fricción pericárdica. Esta señal se produce debido a la fricción entre las dos capas inflamadas del pericardio.

No es difícil pensar en una pericarditis cuando un paciente joven y sin factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares llega a un servicio de urgencias con un dolor torácico típico de pericarditis y presenta fricción pericárdica a la auscultación cardíaca. Sin embargo, inclusive en los casos teóricamente fáciles, como se describe anteriormente, se hace necesario llevar a cabo pruebas adicionales para confirmar el diagnóstico.

En general, el paciente termina siendo investigado por las principales causas de dolor en el tórax, que incluye realizar exámenes de sangre, radiografía de tórax, electrocardiograma y ecocardiograma. A partir de los resultados de estas pruebas, la mayoría de los casos de pericarditis puede ser aclarada.

Tratamiento

En la mayoría de los pacientes con pericarditis aguda causada por virus o sin causa, se puede hacer el tratamiento con reposo y aspirina o un antiinflamatorio común. Si el dolor no mejora dentro de una semana, se debe reexaminar el cuadro.

Otro medicamento que se puede utilizar es la colchicina, que, además de mejorar los síntomas de la pericarditis aguda, también reduce el riesgo de recurrencias.

En los pacientes que pueden o no toleran el uso de los medicamentos descritos anteriormente, la alternativa son los corticoides.

Cuando la causa de la pericarditis es identificada, como en los casos de infecciones bacterianas o tuberculosis, también hace parte del tratamiento el uso de antibióticos dirigidos a estas infecciones. Si el paciente tiene lupus o artritis reumatoide, el médico necesita mejorar el control de estas enfermedades a fin de poder tratar la pericarditis.


Referencias


Autor(es)

Médico licenciado por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), con títulos de especialista en Medicina Interna por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y de Nefrología por la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ) y por la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN). Actualmente vive en Lisboa, Portugal, tiene títulos reconocidos por la Universidad de Oporto y por el Colegio de Nefrología de Portugal.

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