Lipedema: qué es, causas, síntomas y tratamiento

El lipedema es una enfermedad crónica caracterizada por la acumulación anormal de grasa, generalmente en las extremidades inferiores, sin afectar los pies. Afecta casi exclusivamente a las mujeres, causa dolor, sensibilidad al tacto y puede confundirse con obesidad o linfedema.

Dr. Pedro Pinheiro
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Lipedema

Tiempo estimado de lectura del artículo: 7 minutos

¿Qué es el lipedema?

El lipedema es una condición crónica caracterizada por la acumulación anormal y simétrica de grasa subcutánea, especialmente en las extremidades inferiores y, en algunos casos, en los brazos. Esta acumulación de grasa se acompaña de dolor, sensación de pesadez y tendencia a la formación de hematomas, lo que a menudo lleva a que se confunda con obesidad o linfedema.

Descrita por primera vez en 1940 por los médicos estadounidenses Edgar Allen y Edgar Hines, esta condición fue ignorada durante décadas, lo que condujo a numerosos diagnósticos erróneos, principalmente en mujeres. Solo en 2019, el lipedema fue incluido oficialmente en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) como una entidad clínica distinta, marcando un avance importante en su reconocimiento y estudio.

A pesar de este reconocimiento oficial como enfermedad, el lipedema sigue siendo infradiagnosticado, especialmente porque sus síntomas iniciales pueden ser sutiles y fácilmente atribuidos al sobrepeso o a problemas de circulación. Estudios indican que su prevalencia podría alcanzar hasta el 11 % de las mujeres, aunque esta cifra podría ser aún mayor debido a la infranotificación y al desconocimiento de la condición por parte de los profesionales de la salud.

La importancia del tema va más allá de la estética corporal. El lipedema impacta significativamente en la calidad de vida de las pacientes, causando dolor crónico, limitaciones funcionales, sufrimiento emocional y problemas psicosociales. Además, sin un tratamiento adecuado, la condición puede progresar a estadios más graves e incluso desencadenar un linfedema secundario, conocido como lipo-linfedema.

Causas del lipedema

Aunque el lipedema es reconocido como una condición clínica desde la década de 1940, sus causas aún no se comprenden completamente. Sin embargo, diversos estudios indican que el desarrollo del lipedema está relacionado con una combinación de factores genéticos, hormonales y alteraciones en el funcionamiento del tejido adiposo y del sistema vascular.

Predisposición genética

El lipedema es una condición que tiende a presentarse con mayor frecuencia en personas que tienen familiares cercanos también afectados, lo que sugiere una predisposición genética. Esto significa que los genes —que actúan como “instrucciones” heredadas de nuestros progenitores— pueden influir en la aparición de la enfermedad.

Se estima que alrededor de 6 de cada 10 mujeres con lipedema tienen alguna pariente de primer grado (como madre, hermana o abuela) con síntomas similares, lo que sugiere un patrón de herencia denominado “autosómico dominante”. En este tipo de herencia, basta con heredar un gen alterado de uno de los padres para tener riesgo de desarrollar la condición. No obstante, no todas las personas que heredan este gen manifiestan necesariamente la enfermedad, fenómeno conocido como “penetrancia variable”.

En casos raros, el lipedema puede estar asociado a síndromes genéticos más complejos, como el síndrome de Sotos —una condición rara que afecta el crecimiento y el desarrollo—. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el lipedema aparece de forma aislada, sin estar vinculado a otras enfermedades genéticas conocidas.

Investigaciones científicas recientes han intentado identificar qué genes específicos podrían estar involucrados en el origen del lipedema. Algunos de los genes que se están estudiando —como VEGFA, GRB14-COBLL1, LHFPL6 e IL-6— parecen estar implicados en procesos del organismo como la inflamación crónica, el crecimiento anormal de las células adiposas y disfunciones en el sistema linfático. Estos factores podrían contribuir a la acumulación de grasa y a la hinchazón características de esta enfermedad.

Alteraciones hormonales

El lipedema afecta casi exclusivamente a mujeres y suele manifestarse en etapas de la vida marcadas por grandes cambios hormonales, como la pubertad, el embarazo y la menopausia. Esto sugiere que las hormonas femeninas, especialmente el estrógeno, desempeñan un papel importante en el desarrollo de la enfermedad.

El estrógeno es una hormona que, entre otras funciones, influye en cómo se distribuye la grasa en el cuerpo. Suele favorecer el acúmulo de grasa en regiones como las caderas, los muslos y los glúteos —precisamente las zonas más afectadas por el lipedema—. Cuando hay un desequilibrio en la forma en que el cuerpo responde al estrógeno, este proceso puede intensificarse y contribuir a la acumulación anormal de grasa.

Las investigaciones indican que, en personas con lipedema, puede haber alteraciones en los “receptores de estrógeno” —estructuras presentes en las células que reciben las señales de la hormona—. Estas alteraciones pueden hacer que las células adiposas crezcan más, se multipliquen en exceso, retengan más glucosa y ácidos grasos, y quemen menos grasa. Además, podrían favorecer la formación de vasos sanguíneos frágiles y propensos a filtraciones, aumentando la retención de líquidos y la inflamación en los tejidos.

Estas alteraciones crean un entorno en el organismo que favorece la acumulación desproporcionada de grasa, especialmente en piernas y caderas, lo que contribuye a los síntomas del lipedema.

Incluso en fases naturales de disminución del estrógeno, como la menopausia, muchas mujeres notan un empeoramiento de la condición, lo que refuerza la idea de que esta hormona influye directamente en el curso de la enfermedad. En los pocos casos descritos en hombres, suele haber desequilibrios hormonales importantes, como niveles bajos de testosterona o un aumento anormal del estrógeno.

Disfunción del tejido adiposo

En el lipedema, la grasa que se acumula no es igual a la grasa común del sobrepeso. Se trata de un tipo de grasa diferente, que funciona de manera alterada y por ello se la denomina “grasa enferma” o disfuncional. Esta grasa tiene una característica notable: es muy resistente a las dietas y al ejercicio físico. Aunque la persona adelgace en la parte superior del cuerpo, esta grasa localizada —habitualmente en piernas, caderas y brazos— tiende a permanecer.

Este tejido adiposo presenta dos problemas principales:

  • Aumento del tamaño de las células grasas (hipertrofia): los adipocitos son más grandes de lo normal.
  • Aumento del número de células grasas (hiperplasia): en algunas pacientes, hay una multiplicación exagerada de estas células.

Además, esta grasa está constantemente inflamada, de forma leve pero continua. Esta inflamación puede provocar dolor, hinchazón, sensibilidad al tacto y cambios en la textura de la piel.

Otro hallazgo importante es la presencia de fibrosis intersticial, que es el endurecimiento del tejido debido al exceso de colágeno y otras sustancias de la matriz extracelular. Esta fibrosis vuelve el tejido más rígido y puede dificultar el drenaje de líquidos, además de perjudicar la circulación e intensificar el dolor. Esta rigidez es la que hace que la piel y el tejido subcutáneo se sientan más densos e irregulares al tacto, formando los llamados “nódulos de grasa” típicos del lipedema.

Estos nódulos pueden palparse como pequeños grumos bajo la piel, a menudo comparados con granos de arroz o guisantes. Son dolorosos al tacto y forman parte de los criterios clínicos utilizados para el diagnóstico de la enfermedad.

La disfunción del tejido adiposo también parece afectar el funcionamiento de los pequeños vasos linfáticos y sanguíneos que atraviesan esta grasa. La fragilidad capilar y el aumento de la permeabilidad vascular facilitan la aparición de hematomas espontáneos y la sensación de pesadez en las piernas, síntomas comunes en las pacientes con lipedema.

Por último, como este tejido está inflamado y bajo estrés, puede liberar sustancias que perpetúan el ciclo inflamatorio, como radicales libres y citocinas inflamatorias. Esto genera un entorno propicio para el agravamiento de la condición con el tiempo, si no se trata adecuadamente.

Disfunciones microvasculares

Además de las alteraciones en el tejido adiposo, el lipedema también está asociado a problemas en los pequeños vasos sanguíneos y linfáticos —lo que se denomina microvasculatura—. Estos vasos, responsables de transportar nutrientes y drenar líquidos de los tejidos, presentan un mal funcionamiento en muchas pacientes. Uno de los signos más comunes es la fragilidad capilar: los vasos se rompen con facilidad, provocando la aparición de equimosis espontáneas (manchas moradas en la piel) o tras pequeños traumatismos.

Otro problema es el aumento de la permeabilidad capilar, que permite que líquidos y proteínas escapen hacia el espacio intercelular, favoreciendo la aparición de edema (hinchazón). Aunque el lipedema no se considera, por definición, una condición edematosa, esta hinchazón puede surgir de forma secundaria, especialmente en los estadios más avanzados. Con el tiempo, el exceso de fluido puede sobrecargar el sistema linfático y contribuir a la evolución de la enfermedad hacia un cuadro conocido como lipo-linfedema.

Estudios mediante técnicas de imagen, como la linfocintigrafía, muestran que algunas pacientes con lipedema presentan vasos linfáticos dilatados o lentos, lo que indica que incluso en las fases iniciales puede haber una sobrecarga en este sistema. Además, hay indicios de una angiogénesis desregulada —es decir, la formación de nuevos vasos frágiles y disfuncionales— que alimenta la inflamación y la progresión de la enfermedad.

Por último, conviene destacar que el nombre “lipedema” puede generar confusión, ya que “edema” sugiere hinchazón. Sin embargo, cuando esta hinchazón existe, suele ser leve, aparece a lo largo del día y no constituye el principal criterio diagnóstico. No obstante, las alteraciones microvasculares ayudan a explicar muchos de los síntomas de la enfermedad, como el dolor, la sensación de pesadez en las piernas y la tendencia a las equimosis, lo que refuerza la importancia de reconocer el lipedema como una condición compleja que va más allá de la mera acumulación de grasa.

Factores de riesgo del lipedema

Diversos factores aumentan la probabilidad de que una persona desarrolle lipedema. Los principales son:

Sexo femenino

El lipedema afecta casi exclusivamente a mujeres, especialmente durante la etapa reproductiva. La condición es extremadamente rara en hombres, y cuando se presenta, suele estar asociada a alteraciones hormonales, como niveles bajos de testosterona o exceso de estrógeno.

Alteraciones hormonales

El inicio o el empeoramiento de los síntomas suele coincidir con momentos de cambios hormonales significativos, como:

  • Pubertad.
  • Embarazo.
  • Menopausia.
  • Uso de anticonceptivos hormonales o terapias de reemplazo hormonal.

Antecedentes familiares positivos

Aproximadamente el 60 % de las mujeres con lipedema informan tener una madre, hermana o abuela con síntomas similares.

Obesidad como factor agravante

Aunque la obesidad no causa el lipedema, puede acelerar su progresión e intensificar los síntomas. El aumento de peso tiende a sobrecargar el sistema linfático, incrementar la inflamación y dificultar el diagnóstico, especialmente en las fases más avanzadas.

Síntomas del lipedema

El lipedema se manifiesta principalmente por la acumulación desproporcionada de grasa en las piernas y, en algunos casos, también en los brazos. Esta acumulación es simétrica —es decir, afecta a ambos lados del cuerpo por igual— y suele respetar las manos y los pies, lo que ayuda a diferenciar esta enfermedad de otras condiciones como el linfedema o la obesidad.

Lipedema
Lipedema

Los principales síntomas incluyen:

  • Aumento de volumen en las extremidades inferiores y/o superiores, con grasa que se percibe “dura” o irregular al tacto;
  • Dolor espontáneo o al contacto, incluso leve, en las zonas afectadas;
  • Sensación de pesadez o tensión en las piernas, especialmente al final del día;
  • Tendencia a la formación de equimosis (manchas moradas), incluso con traumatismos leves;
  • Nódulos subcutáneos, percibidos como “bultitos” pequeños bajo la piel, semejantes a granos de arroz o bolitas de goma;
  • Edema (hinchazón) variable, que generalmente empeora tras permanecer mucho tiempo de pie, pero mejora con el reposo.

Además, muchas pacientes refieren fatiga en las piernas, dificultad para perder peso en las zonas afectadas y alteraciones en la autoestima, sobre todo debido a la asimetría corporal y al dolor crónico que limita la vida diaria.

Diferencias entre lipedema, obesidad y linfedema

Distinguir el lipedema de otras condiciones es esencial para un diagnóstico correcto:

CaracterísticaLipedemaObesidadLinfedema
Localización de la grasaMuslos, piernas, caderas, a veces brazos (simétrica).Generalizada, incluyendo tronco y abdomen.Puede ser unilateral, generalmente comienza en los pies.
Manos y piesNo afectados.Afectados. La grasa se distribuye de forma general.Frecuentemente afectados.
DolorFrecuente.Poco común.Poco común, salvo en casos avanzados.
Manchas moradasFrecuentes.Poco comunes.Poco comunes.
EdemaPuede aparecer, mejora con el reposo.Puede presentarse, especialmente con obesidad severa.Fijo y progresivo, con piel engrosada.

Clasificación y estadios

El lipedema se clasifica según estadios clínicos, que indican la progresión de la enfermedad, y según tipos de distribución, que describen dónde se acumula la grasa:

Estadios:

  • Estadio 1: piel lisa con tejido subcutáneo blando y presencia de pequeños nódulos; puede haber dolor y hematomas.
  • Estadio 2: piel con aspecto irregular (piel de naranja), nódulos más grandes y posibles áreas de fibrosis.
  • Estadio 3: grandes acúmulos de grasa que pueden causar deformidad, dificultad para caminar y pliegues cutáneos.
  • Estadio 4: lipedema con linfedema asociado (lipo-linfedema), con edema persistente y afectación del sistema linfático.
Estadios do lipedema
Estadios do lipedema

Tipos de distribución:

  • Tipo I: acumulación de grasa en caderas y glúteos.
  • Tipo II: acumulación de grasa desde la pelvis hasta las rodillas.
  • Tipo III: acumulación de grasa desde la pelvis hasta los tobillos.
  • Tipo IV: acumulación de grasa que también afecta a los brazos.
  • Tipo V: acumulación de grasa restringida a la zona entre las rodillas y los tobillos.
Distribución del lipedema
Distribución del lipedema

¿Cómo se diagnostica el lipedema?

El diagnóstico del lipedema es clínico, es decir, se basa en la conversación con la paciente y en el examen físico realizado por un profesional de la salud con experiencia —generalmente un médico angiólogo, cirujano vascular o dermatólogo—. Como la enfermedad aún es poco conocida por muchos profesionales, es común que se produzcan retrasos en el diagnóstico, y que las pacientes pasen años siendo tratadas como si tuvieran obesidad o retención de líquidos, sin éxito.

¿Qué evalúa el médico?

Durante la consulta, el profesional observará:

  • La distribución de la grasa (si es simétrica, si respeta manos y pies);
  • La presencia de dolor o sensibilidad al tacto;
  • La facilidad para formar equimosis;
  • La presencia de nódulos palpables bajo la piel;
  • Los antecedentes familiares y el momento de aparición de los síntomas (pubertad, embarazo, menopausia);
  • La resistencia de la grasa a la pérdida de peso.

Una prueba sencilla que suele realizarse es el signo de Stemmer, que ayuda a diferenciar el lipedema del linfedema: en el lipedema, se puede pellizcar normalmente la piel entre los dedos del pie (signo negativo), mientras que en el linfedema esto resulta difícil o imposible (signo positivo).

Pruebas complementarias

Aunque no existe una prueba de laboratorio o imagen que confirme el diagnóstico de lipedema, algunos exámenes pueden ser útiles para descartar otras condiciones o evaluar la gravedad del cuadro:

  • Ecografía de alta resolución: permite evaluar el grosor de la grasa subcutánea y detectar alteraciones del tejido, como fibrosis.
  • Densitometría corporal (DXA): mide la distribución de la grasa en el cuerpo y ayuda a identificar desproporciones típicas del lipedema.
  • Linfocintigrafía o resonancia magnética linfática: están indicadas cuando se sospecha un linfedema asociado (lipo-linfedema).

En general, estas pruebas no son obligatorias para el diagnóstico, pero pueden ser útiles en casos dudosos o para la planificación del tratamiento.

Tratamiento del lipedema

Aunque el lipedema aún no tiene cura definitiva, existen diversas estrategias terapéuticas que ayudan a controlar los síntomas, mejorar la movilidad y preservar la calidad de vida. El tratamiento puede ser conservador o quirúrgico, dependiendo del estadio de la enfermedad y de la respuesta individual de cada paciente.

Tratamiento clínico (sin cirugía)

Estas son las primeras medidas recomendadas y suelen ser eficaces, especialmente en las etapas iniciales:

  • Actividad física leve a moderada, como hidrogimnasia, caminatas o bicicleta, que ayudan a reducir la inflamación, mejorar el retorno venoso y mantener la movilidad.
  • Medias o prendas de compresión, hechas a medida, que reducen el malestar, el dolor y la hinchazón.
  • Drenaje linfático manual, que estimula el flujo linfático, aliviando la sensación de pesadez y el dolor, incluso en casos sin linfedema asociado.
  • Dieta antiinflamatoria, basada en la reducción de carbohidratos refinados y alimentos ultraprocesados, para controlar la inflamación del tejido adiposo y prevenir el empeoramiento.
  • Acompañamiento psicológico, ya que muchas pacientes enfrentan baja autoestima, ansiedad y distorsión de la imagen corporal debido al dolor y a las alteraciones estéticas.

Tratamiento quirúrgico

Técnicas como la liposucción tumescente —especialmente cuando se combina con tecnologías como vibración (PAL), chorro de agua (WAL) o asistencia por vacío (VAL)— son las más recomendadas, ya que permiten remover la grasa de forma menos traumática y con mayor preservación de los vasos linfáticos.

Entre los dispositivos modernos utilizados, destaca el sistema MicroAire® PAL, que emplea movimientos vibratorios controlados para facilitar la extracción de la grasa con menor esfuerzo manual por parte del cirujano y menor trauma para los tejidos.

Por su parte, la liposucción asistida por vacío (VAL) combina succión controlada y presión negativa de forma continua, y se considera una técnica eficaz y segura para pacientes con lipedema, especialmente en los estadios iniciales a moderados.

Estas tecnologías permiten mayor precisión, menos sangrado, menor riesgo de lesión linfática y una recuperación más rápida.

Beneficios reportados del tratamiento quirúrgico:

  • Reducción duradera del dolor y del volumen de las piernas;
  • Mejora de la movilidad;
  • Disminución de los episodios de hematomas y de la sensación de pesadez;
  • Efectos mantenidos incluso en caso de una eventual recuperación de peso tras el procedimiento.

La cirugía es más eficaz cuando se realiza de forma temprana, preferiblemente en los estadios 1 o 2 de la enfermedad.

Pronóstico y calidad de vida

El lipedema es una enfermedad crónica que, si no se trata, puede progresar con el tiempo y afectar significativamente el bienestar físico y emocional de las pacientes. El dolor persistente, las limitaciones funcionales y el impacto estético son algunos de los principales factores que deterioran la calidad de vida.

En los estadios más avanzados, la acumulación de grasa puede dificultar la movilidad, provocar desgaste articular e incluso dar lugar al desarrollo de lipo-linfedema, que combina acumulación de grasa con disfunción linfática, intensificando la hinchazón y el dolor.

Los estudios muestran que las intervenciones tempranas, incluso conservadoras, pueden frenar la progresión de la enfermedad, reducir el dolor y prevenir complicaciones. Por su parte, la liposucción, cuando está bien indicada, ofrece resultados duraderos y una mejora significativa de los síntomas físicos y de la autoestima de las pacientes.

Además del tratamiento físico, es fundamental cuidar la salud emocional, que con frecuencia se ve afectada por años de diagnósticos erróneos y esfuerzos fallidos por adelgazar. Con información adecuada y un equipo de apoyo, la mayoría de las pacientes logra recuperar su autonomía, confianza y bienestar.

Preguntas frecuentes (FAQ)

  1. ¿El lipedema tiene cura?

    Actualmente, el lipedema no tiene una cura definitiva. Sin embargo, es posible controlar los síntomas, mejorar la movilidad y evitar la progresión de la enfermedad con medidas adecuadas, como actividad física, uso de prendas de compresión, dieta antiinflamatoria y, en casos indicados, cirugía. Lo más importante es obtener un diagnóstico precoz para iniciar el tratamiento antes de que el cuadro avance.

  2. ¿El lipedema es una condición oficialmente reconocida?

    Sí. Desde 2019, el lipedema forma parte de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud, bajo el código EF02.2. Esto significa que la condición está reconocida como una entidad clínica distinta, con criterios diagnósticos propios.

  3. ¿Los hombres pueden tener lipedema?

    Aunque es raro, los hombres también pueden desarrollar lipedema, especialmente cuando existen alteraciones hormonales, como niveles bajos de testosterona o exceso de estrógeno. En la mayoría de los casos, el lipedema en hombres está asociado a trastornos endocrinos o síndromes genéticos.

  4. ¿La alimentación influye en el lipedema?

    La alimentación no causa el lipedema, pero puede ayudar a controlar los síntomas. Las dietas con bajo índice glucémico y ricas en alimentos antiinflamatorios (como vegetales, aceite de oliva, pescado y cereales integrales) ayudan a reducir la inflamación del tejido adiposo y la hinchazón. Por otro lado, los alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares y grasas perjudiciales, tienden a empeorar los síntomas.

  5. ¿Cómo saber si tengo lipedema?

    Puedes sospechar de lipedema si notas una acumulación desproporcionada de grasa en las piernas o brazos, acompañada de dolor al tacto, facilidad para formar hematomas y dificultad para adelgazar en las zonas afectadas, incluso con dieta y ejercicio. Otro signo importante es que las manos y los pies no están afectados, lo que ayuda a diferenciar el lipedema de otros tipos de hinchazón o grasa localizada. El diagnóstico debe ser realizado por un profesional capacitado, basándose en la historia clínica y el examen físico.

  6. ¿Qué médico trata el lipedema?

    Lo ideal es acudir a un profesional con experiencia en enfermedades vasculares y linfáticas. Los médicos más indicados son:
    — Angiólogos o cirujanos vasculares.
    — Fisiatras (especialistas en rehabilitación).
    — Dermatólogos con enfoque en enfermedades del tejido subcutáneo.
    — Médicos de atención primaria o endocrinólogos con conocimientos sobre lipedema.

    Además, el tratamiento suele involucrar un equipo multidisciplinar que puede incluir fisioterapeutas, nutricionistas y psicólogos.

  7. ¿La liposucción cura el lipedema?

    No. La liposucción no cura el lipedema, pero es la única forma conocida de eliminar permanentemente la grasa enferma. Cuando se realiza con técnicas adecuadas (como la asistida por vibración o por chorro de agua), la cirugía puede reducir el volumen de las piernas o brazos, aliviar el dolor, mejorar la movilidad y aumentar la calidad de vida. Sin embargo, no impide que el lipedema siga evolucionando en otras partes del cuerpo y debe ir acompañada de cuidados continuos.


Referencias


Dr. Pedro Pinheiro

Médico graduado por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), con títulos de especialista en Medicina Interna y Nefrología otorgados por la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ), la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN), la Universidad de Oporto y el Colegio de la Especialidad de Nefrología de Portugal.


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