Anestesia general: qué es, peligros, efectos y ventajas

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¿Qué es la anestesia general?

La anestesia general es una técnica anestésica que promueve la abolición del dolor (de ahí el nombre de anestesia), parálisis muscular, abolición de los reflejos, amnesia y, principalmente, inconsciencia. Esta forma de anestesia hace que el paciente sea incapaz de sentir y/o reaccionar ante cualquier estímulo del entorno, siendo la técnica más indicada en cirugías complejas, largas y de gran envergadura.

La anestesia general es temida por la población en general, pero esta mala fama es bastante injusta. Como veremos más adelante, el riesgo de que alguien muera por culpa de la anestesia es muy bajo, sobre todo si el paciente es sano y la cirugía no es compleja.

En este artículo nos centraremos exclusivamente en la anestesia general. Si buscas informaciones sobre otros tipos de anestesia, accede el siguiente artículo: Tipos de Anestesia – General, Local, Raquídea y Peridural.

¿Cómo se administra la anestesia general?

La anestesia general consta de cuatro fases: premedicación, inducción, mantenimiento y recuperación.

Premedicación

La fase de premedicación se realiza para que el paciente llegue tranquilo y relajado a la intervención quirúrgica. Normalmente, se administra un ansiolítico (tranquilizante) breve, como el midazolam, que deja al paciente ya con un ligero grado de sedación. De este modo, el paciente entra en el quirófano menos estresado.

Inducción

La fase de inducción se realiza normalmente con fármacos intravenosos, siendo el Propofol el más utilizado.

Tras la inducción, el paciente entra rápidamente en una sedación más profunda, es decir, pierde el conocimiento, quedando en un estado popularmente llamado coma inducido. El paciente, a pesar de estar inconsciente, aún puede sentir dolor, y es necesario profundizar aún más la anestesia para que pueda realizarse la intervención quirúrgica. Para ello, el anestesista suele administrar también un analgésico opiáceo (de la familia de la morfina), como el Fentanilo.

En esta fase, el paciente ya presenta un grado importante de sedación y ya no es capaz de proteger sus vías respiratorias de las secreciones de la cavidad oral, como la saliva. Además, en la mayoría de las cirugías con anestesia general es importante la relajación muscular, lo que provoca la inhibición de los músculos respiratorios. Entonces es necesario intubar* al paciente y conectarlo a ventilación mecánica para que reciba una oxigenación adecuada y no aspire sus secreciones.

* En algunas cirugías más rápidas, o que no aborden el tórax o el abdomen, puede no ser necesaria la intubación, quedando el paciente solamente con una máscara de oxígeno.

Mantenimiento

Al principio de la fase de mantenimiento, los fármacos utilizados en la inducción, que tienen una duración corta, empiezan a perder efecto, lo que hace que el paciente necesite más anestésicos para continuar el procedimiento. En esta fase, la anestesia puede realizarse con anestésicos inhalados o intravenosos.

En la mayoría de los casos, se prefiere la vía inhalatoria. Los anestésicos se administran a través del tubo orotraqueal en forma de gas (vapores) junto con oxígeno, y son absorbidos por los alvéolos pulmonares, pasando rápidamente al torrente sanguíneo.

Algunos ejemplos de anestésicos inhalatorios son el óxido nitroso y los anestésicos halogenados (halotano, sevoflurano y desflurano), fármacos que se administran continuamente durante toda la intervención quirúrgica.

La profundidad de la anestesia depende de la intervención quirúrgica. El nivel de anestesia para cortar la piel es diferente del nivel para abordar los intestinos, por ejemplo.

A medida que avanza la intervención quirúrgica, el anestesista intentará siempre dejar al paciente con la menor cantidad de anestesia posible. Una anestesia muy profunda puede provocar hipotensión y desaceleración de los latidos del corazón, y puede disminuir demasiado la perfusión de sangre a los tejidos corporales.

Recuperación

Cuando la intervención entra en su fase final, el anestesista empieza a reducir la administración de fármacos, planificando ya el cese de la anestesia junto con el final del procedimiento quirúrgico. Si se produce una relajación muscular excesiva, se administran fármacos que actúan como antídotos.

En esta fase de recuperación, de nuevo se administran analgésicos opiáceos para que el paciente no se despierte de la anestesia con dolor en el lugar donde se cortó.

A medida que los anestésicos inhalatorios se eliminan del torrente sanguíneo, el paciente empieza a recuperar la consciencia y puede volver a respirar por sí mismo. Cuando el paciente tiene pleno control de los reflejos de las vías respiratorias, se puede retirar el tubo orotraqueal.

En este momento, aunque el paciente tenga un grado razonable de consciencia, difícilmente recordará lo ocurrido debido a los efectos amnésicos de la medicación.

Riesgos

Existe el mito de que la anestesia general es un procedimiento peligroso. Las complicaciones propias de la anestesia general son raras, sobre todo en pacientes sanos.

En la mayoría de los casos, las complicaciones derivan de enfermedades graves que el paciente ya padecía, como enfermedades cardiacas, renales, hepáticas o pulmonares en estadios avanzados, o incluso, por complicaciones de la propia cirugía, como hemorragia o lesión/fracaso de órganos vitales.

Sólo como ejemplo, un estudio canadiense de 1997, únicamente con cirugías dentales con anestesia general, es decir, cirugías de bajo riesgo realizadas en pacientes sanos, detectó una tasa de mortalidad de solamente 1,4 por cada millón de intervenciones. Este tipo de estudio nos demuestra que la anestesia en sí es muy segura.

En general, la tasa de mortalidad de la anestesia general es de sólo 1 por cada 100.000 a 200.000 procedimientos, lo que significa un riesgo de muerte de un mísero 0,0005% a 0,001%.

Es importante señalar que muchas intervenciones quirúrgicas con anestesia general se realizan en pacientes con enfermedades graves o en cirugías complejas de alto riesgo. Sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos, cuando el desenlace es trágico, la anestesia general rara vez es la culpable.

También hay que tener en cuenta que la anestesia general es un procedimiento complejo, y sólo debe ser realizada por profesionales cualificados y en entornos con amplia estructura para ello. La anestesia general es segura cuando la realiza un equipo cualificado.

Factores que aumentan el riesgo de complicaciones

Antes de cualquier intervención quirúrgica, un anestesista te consultará para evaluar tu riesgo quirúrgico. Además del reconocimiento previo de las enfermedades graves que pueden complicar el acto quirúrgico, es importante que el anestesista conozca algunos datos personales del paciente que pueden aumentar el riesgo de la anestesia, como:

  • Historia previa de reacción anafiláctica.
  • Alergias a alimentos o medicamentos.
  • Consumo frecuente de bebidas alcohólicas.
  • Consumo de drogas, principalmente cocaína.
  • Uso habitual de medicamentos.
  • Antecedentes de tabaquismo.
  • Apnea del sueño.
  • Obesidad. 

Posibles efectos secundarios

La mayoría de los efectos secundarios de la anestesia general se producen inmediatamente después de la intervención y desaparecen en cuestión de horas. Sin embargo, puede haber casos de efectos adversos que tarden más en mejorar o que se vuelvan permanentes.

Efectos adversos inmediatos

Los efectos inmediatos de la anestesia general suelen ser aquellos que se notan tan pronto como el paciente se despierta. En general, son de corta duración, normalmente menos de un día. Los más frecuentes son:

  • Náusea y vómitos.
  • Boca seca.
  • Escalofríos.
  • Dolor muscular.
  • Picazón en el cuerpo.
  • Dificultad para orinar.
  • Mareos.

Ronquera tras la anestesia

Alrededor del 5 al 10% pueden presentar un cuadro de ronquera en el postoperatorio. Esta complicación se debe a la lesión de las cuerdas vocales provocada por la intubación orotraqueal necesaria durante la intervención quirúrgica. En la gran mayoría de los casos, el cuadro es leve y mejora espontáneamente al cabo de unos días, como cualquier ronquera común.

En raras ocasiones, puede haber una lesión más grave de las cuerdas vocales, que cause ronquera a largo plazo. La cirugía prolongada y los pacientes fumadores son los factores de riesgo más frecuentes de ronquera postanestésica.

El uso de corticoesteroides ayuda a reducir la inflamación de las cuerdas vocales y disminuye el riesgo de ronquera a largo plazo.

Confusión mental y delirium

La confusión mental es un efecto secundario frecuente, pero suele durar muy poco, sobre todo en pacientes jóvenes. En los ancianos, el mayor riesgo es el desarrollo de delirium.

El delirium es un estado transitorio de disminución de la capacidad de concentración, cambios de memoria, confusión mental y alteración de la percepción del entorno, que es bastante frecuente en pacientes ancianos hospitalizados.

Los principales factores de riesgo para desarrollar delirio postoperatorio son

  • Edad avanzada.
  • Tabaquismo.
  • Historia previa de enfermedad psiquiátrica.
  • Uso de medicación psicotrópica.
  • Antecedentes de ictus.
  • Demencia.
  • Cirugía de urgencia.

El delirium no es causado exclusivamente por la anestesia general. Ocurre con frecuencia en pacientes ancianos ingresados en el hospital por cualquier motivo, especialmente en los casos más graves y prolongados. La aparición de delirium en el postoperatorio aumenta la tasa de complicaciones y la duración de la estancia hospitalaria. Todos los pacientes ancianos mejoran al cabo de unos días, pero alrededor del 40% nunca recuperan totalmente el estado cognitivo preoperatorio.

Problemas de memoria

Los pacientes ancianos también corren un mayor riesgo de desarrollar una afección denominada disfunción cognitiva postoperatoria, que consiste en una disminución de las capacidades cognitivas y problemas de memoria. Los factores de riesgo son básicamente los mismos que los descritos anteriormente para el delirium.

Así como ocurre en el delirium, la disfunción cognitiva postoperatoria no es provocada directamente por la anestesia y no suele ocurrir en personas jóvenes y previamente sanas.

Hipertermia maligna

La hipertermia maligna es una rarísima y potencialmente fatal complicación que puede ocurrir durante la cirugía. El cuadro ocurre en 1 de cada 100 mil anestesias, generalmente tiene origen familiar y cursa con fiebre alta, alteraciones respiratorias y contracciones musculares que se inician poco después de la administración de anestésicos inhalados.

Conclusiones

La anestesia general es un procedimiento extremadamente seguro cuando lo realiza un equipo cualificado, y suele ser el método anestésico más indicado para cirugías medianas/grandes. La tasa de mortalidad es muy baja y las complicaciones tras el procedimiento suelen ser leves y de corta duración.


Referencias


Autor(es)

Médico licenciado por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), con títulos de especialista en Medicina Interna por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y de Nefrología por la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ) y por la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN). Actualmente vive en Lisboa, Portugal, tiene títulos reconocidos por la Universidad de Oporto y por el Colegio de Nefrología de Portugal.

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